Apoteosis de Antígona en Impulso Teatro

Por Roberto Pérez León

El péndulo del mundo es el corazón de Antígona

Marguerite Yourcenar

Digamos que desde la representación de la Antígona de Sófocles en la Atenas de año 442 a.c., joven griega, emblema de la desobediencia civil ante la terquedad de la autoridad, no ha cesado de producir encantamiento en filósofos, dramaturgos, escritores, poetas, activistas de los derechos de los excluidos.

Antígona es una víctima, pero también una valiente heroína que se enfrenta sola al implacable poder. Desafía ese poder violando el decreto que prohíbe enterrar a su querido hermano considerado un traidor a la patria. Antígona personifica la desobediencia civil y la lucha contra una autoridad ciega.

Creonte y Antígona: dos posiciones éticas irreconciliables. Ella representa la expresión de la familia, el hogar. Él es el portavoz del Estado y sus leyes oficiales.

Símbolo de lucha y determinación, la obra de Sófocles a lo largo de los siglos se ha convertido en sinónimo de resistencia a la tiranía y también en icono de la reivindicación de la mujer.

Debo confesar que entre las “Antígonas” que conozco tengo especial preferencia por la Antígona furiosa de la Griselda Gambaro y La tumba de Antígona de María Zambrano. Me gustan por razones personales y además por sus calidades deconstructivas desde el texto de Sófocles, pero también por las conexiones y trasposiciones que hacen de ese texto generador y la creadora intertextualidad que logran.

El texto de la Gambaro tiene una estructura dramática en pleno siglo XX que renueva el conflicto originario. El de María Zambrano luce la singularidad de la poesía/filosofía que al intervenir el hipotexto sofocleo lo dilata; al respecto, Lezama Lima advirtió en una carta a la Zambrano (28 de junio de 1968): “Por eso, sus páginas sobre Antígona nos tocan en lo más hondo y verídico de nosotros; el cumplimiento de un destino más allá de la muerte, como el fatum, es la mejor ayuda del hombre”.

Ahora bien, haber visto el montaje que ha hecho Impulso Teatro de la Antígona de Bertolt Brecht me he sentido desbordado de satisfacción como espectador.

Asistí a la función de estreno. Impulso Teatro convierte la sala Tito Junco en un lugar para la catarsis –por supuesto, hace muy buen teatro este colectivo. Ante el espectáculo nos comprometernos como espectadores.

Impulso Teatro ha hecho una inteligente relectura del texto de Brecht estrenado en 1948 en Suiza y que era una adaptación de Brecht a partir de la versión de Hölderlin. En el programa de aquella ocasión aparece este poema del propio Brecht:

“Antígona”

Sal de la penumbra y llega

hasta nosotros un momento

benévola, con la pisada ligera

de la decisión inquebrantable, terrible

para los que siembran el terror.

 

El gesto de volverte hacia otro lado me recuerda

cómo has temido la muerte, aunque

aún más temías

vivir sin dignidad.

 

Y no hiciste una sola concesión

a los poderosos ni te prestaste

a componendas con los intrigantes, ni nunca

tampoco olvidaste la afrenta. Y sobre sus fechorías

no creció la hierba.

La puesta en escena con dramaturgia y asesoría escénica es de Osvaldo Cano está dirigida por Linda Soriano y es de absoluta fidelidad a la visión brechtiana de la heroína griega. Antígona de Impulso Teatro en el Brecht constituye una vigorosa maquinaria teatral desde la misma concepción de la especialización escénica como dispositivo dinamizador del texto dramático.

Al suceder la música en vivo se incorpora a la percepción de la puesta, más allá de los aspectos formales del mito, una reformulación de las razones invocadas por la ofuscada Antígona. La música como significante hilvana la acción dramática y hace que disfrutemos la tragedia con todos sus propósitos primigenios, su cosmovisión trascendente, pero desde la contemporaneidad que nos asiste.

El diseño de luces de Jesús Darío Acosta acentúa la evolución dramática y resulta una sensación añadida sin malabarismos técnicos lo que demuestra que, pese a las dificultades materiales, cuando el talento y la voluntad creadora priman las carencias no minan ni formal ni estéticamente una puesta en escena.

Por otra parte, el diseño de vestuario y escenografía de Mario David Cárdenas genera inequívoco significado desde apropiaciones ilustrativas. Tiene el trabajo de diseño la suspicacia de condensar y caracterizar los personajes y se erige como significante integral que revela una composición articulada semántica y estéticamente.

Ahora bien, a la función que asistí que fue la de estreno tuvo en sus primeros minutos un ritmo, dado por la oralidad y la retórica del movimiento, algo moroso no por su práctica sino por la densidad visual de su ejecución. Además, creo advertir, sobre todo en ese diálogo inicial, cierto descuido en la voz y dicción que se acentúa por las características de la Sala Tito Junco.  Pasado el tiempo inicial a manera de preludio, la representación alcanza una apoteosis de lo teatral fulgurante, aunque tengamos la persistencia de descuidos en algunas enunciaciones verbales.

No obstante esos señalamientos, el nivel de actuación sobresale. Hay ejecuciones actorales absolutamente esplendentes que confirman una dirección conducente al desarrollo del actor-creador en un escenario de investigación-creación. Dramatúrgicamente esta Antígona ensaya nuevas teatralidades a través de poéticas y estéticas dadoras de genuinos desempeños y competencias en lo teatral entre nosotros.

Estoy seguro que la puesta en escena de Impulso Teatro estará entre las mejores que este año 2024 nos deparará.

 

Foto de portada tomada de la página oficial en Facebook de Impulso Teatro