Alice Walker y Nancy Morejón: la fertilidad de una dramaturgia inherente
Por Roberto Pérez León
La poesía prefiere ser la configuración del azar concurrente…
Lezama Lima
Hace poco la televisión cubana nos dio la oportunidad de presenciar un diálogo entre dos mujeres que pertenecen a paisajes culturales de sensibles sustancias coincidentes. Una, norteamericana de decisiones reveladoras; y, la otra, cubana centrohabanera de raíces profundas e incorporativas. Ambas, posesionadas en sus espacios de resistencia nos dieron, a través de una dramaturgia inherente, la imagen operante de las proporciones de lo telúrico y lo estelar. Escritoras las dos. Poetas de claridades y agudezas. Alice Walker y Nancy Morejón, compartieron experiencias y perspectivas no solo literarias. Ellas se adentraron en el panorama sociopolítico y cultural donde destacan como activistas y combatientes, además de creadoras.
Alice Walker ingresa de manera ardorosa en la cultura y el arte al visibilizar a los marginados en su obra que tiene el saber de la poesía. Nancy Morejón, poeta decidida, multiplica y amalgama visiones para el universo poético entre nosotros.
Alice Walker luce apolínea. Nancy Morejón tiene de un sereno Dionisos. Entre las dos se produce una ecuación de singular dramaturgia.
La intercorporeidad entre ellas en todo momento mantuvo una espontánea articulación semiótica. El “gestus” bechtiano, como encarnación de una actitud, como significado/significante en estas mujeres sustentó una poiesis que se tradujo en enunciación encarnada donde la gestualidad definió la dramaturgia del cuerpo en lo cotidiano. Cuerpos que destilan afectos, saberes, hábitos socioculturales que atestiguan la fulgurante participación en la Historia.
Dos mujeres sentadas en un set televisivo donde una periodista las interroga y el sustrato de sus respuestas queda resuelto en la relación entre lo que se dice y los medios con los que se dice.
Alice Walker manifiesta la firme textura de su enunciación con pausas gestuales en su discurso. Nancy Morejón entrega su gestualidad, amansa y ritma su decir con el andar de sus manos.
La entrevista prudentemente conducida por la experimentada periodista Magda Resik tuvo el aliento dramatúrgico inherente a dos profesionales de la palabra que saben acompasar enunciados verbales con las valencias suficientes y necesarias para la generación de una imagen visual poderosa en su producción de sentido.
Toda dramaturgia implica un despliegue polisensorial que precisa de una sintaxis capaz de generar significación, construir sentido. A su vez, incorporar un continuo devenir de la forma expresiva a partir de una práctica performática. Dramaturgia como proceso donde se produce el despliegue estético e ideológico en este caso del espectáculo visual televisivo en un contexto particular y a través de una mediación comunicacional.
Dramaturgia como entramado de elementos que hace posible una operación sociocultural capaz de sustentar una presencia en acción. Presencia dadora de emociones y sensaciones que generan afectos en el espectador.
En el ejercicio de la actuación profesional el actor tiene su cuerpo en función de ser objeto y sujeto del hecho escénico. Cuerpo-signo en el despliegue de significados que transitan de acuerdo a las diferentes situaciones dramáticas donde la significación está previamente concebida.
Ahora bien, cuerpo y dramaturgia en la dramaturgia del actor (intención/finalidad) constituyen un enroque de investigación-creación en función de la escena donde las acciones constituyen un hacer que transita entre el medio y el fin o conforman un fin en sí mismo donde el gesto se erige como medio de ligera significación diferente a la de las acciones y los actos.
Por otra parte, tenemos el gesto que como acción medial dibuja y exhibe una subjetividad, una teleología que no es capturada por el lenguaje pero que sí cuenta con una experiencia. Ese gesto como forma de ser, como actitud es una potencia por la multiplicidad de su significación que asume una particular vitalidad cuando la dramaturgia corporal no responde, como en el ejercicio actoral, a una reproducción. Entonces, cuerpo y dramaturgia establecen una relación dialógica que revela otra manera de creación y de accionar que sostiene y exhibe su significación de manera diferente a la actoral llegándose a una dimensión expresiva que trasciende la dimensión intencional.
Esta dramaturgia inherente con sus destrezas enunciativas, que asume el cuerpo como territorio expandido de creación y expresión, es la que destaco en esta entrevista que veo como magnífico hecho escénico, considerando lo escénico de manera no restrictiva.
La dramaturgia inherente en las dos escritoras transversaliza la conducta periódica. Puede hacer trascender performativamente la individualización. Genera, por su simbólica espectacular, un acontecimiento cotidiano extendido. En el cuerpo se produce un decir y un hacer pensar enriquecedor para la inteligibilidad de la comunicación social y sus consecuentes efectos de sentido.
Alice Walker y Nancy Morejón, a través de sus gramáticas corporales, develaron una narrativa admirable dadora de confianza. La dramaturgia de sus presencias televisivas estuvo entre lo visual y lo performativo. Gilles Deleuze nos da la clave para llegar a esta dramaturgia inherente cuando contrapone la “imagen-acción”, la del cine clásico, con la “imagen-tiempo” propia del cine que genera una actitud reflexiva.
La extensión creadora de la entrevista confirma la práctica de una dramatúrgica desde la encarnación enunciativa asociada a la visualidad, lo gestual, el movimiento, el silencio que dieron cuenta de un continuo de un estado de concurrencia de amistad, admiración y futuridad entre Alice Walker y Nancy Morejón.
En portada: Nancy Morejón y Alice Walker en Casa de Las Américas. Foto Juan Carlos Borjas. Tomada del Portal web de la Dirección Provincial de Cultura en Cienfuegos.