Algarabía en el túnel
Por Norah Hamze Guilart
El archiconocido axioma sobre la manera en que “todo cambia” es notorio en la convulsión de estos últimos años iniciado por la pandemia de Covid 19, lo enrarecido de la vida cotidiana con decesos inesperados, limitaciones en la movilidad, carencias, conflictos y otros etcéteras, en rivalidad con el peso del tiempo que pasa y la necesidad de continuar nuestros affaires diversos y redescubrir el sentido y fluidez de la existencia.
Como espectadora, el alejamiento por algo más de dos años de un espacio íntimo para disfrutar de un espectáculo titiritero, ha logrado devolver la frescura a mis más de siete décadas y contagiarme con la ingenuidad, transparencia y espontánea algarabía de niños y adolescentes, mientras esperaban y durante la función de Aventura con el Televisor a cargo de Teatro La Proa en su nueva sede.
El túnel de Carlos III tuvo su génesis en la sublime utopía de la insigne actriz y directora Antonia Fernández Vergara, al imaginar un sitio mágico de creación, intercambios académicos y culturales; un enclave diferente donde asumir la rareza y el embrujo como parte indisoluble de su obra. Ese noble empeño enriquecedor del panorama teatral capitalino pudo llevarlo a vías de hecho mientras el estado constructivo del lugar así lo permitía.
Heredado por Teatro La Proa en octubre de 2021, luego de un intenso trabajo de acondicionamiento, el túnel cobra vida nuevamente con la temporada de funciones iniciada en julio pasado y la gran afluencia de espectadores, donde niños, adolescentes, mamá, papá y abuelos dejan de lado los agobios, como si ese espacio apartado de la superficie los apresara entre invención y travesura, entre risas, comentarios, respuestas y aplausos en jubilosos momentos interactivos.
Aventura con el televisor, la pieza presentada como trabajo práctico de culminación de estudios de Jonathan Expósito Díaz, correspondiente a la primera graduación del perfil “Actuación con títeres y teatro para niños” de la Escuela Nacional de Arte, cuenta además con la participación de la actriz Ana Lilian Medina Sevilla y las actuaciones en off de niños locutores del programa radial Ponte al día. Los dos actores asumen con destreza diferentes personajes en un vigoroso dueto con títeres de guante detrás de un teatrino, que constantemente motiva la interacción de los asistentes. Una puesta en escena sencilla en apariencia, donde la pericia de los actores se pone a prueba y juega con la fantasía de los asistentes al contar la aventura de Basilio, hombre común interesado por la información, que se enfrenta a los personajes del televisor a partir de las noticias de la irresponsable locutora.
La puesta en escena bajo la dirección de Arneldy Cejas, parte de un texto del dramaturgo italiano Gianni Rodari, maestro y periodista que ha revolucionado la pedagogía en el siglo XX, al estimular un pensamiento liberador a través del humor y la creatividad con sus narraciones para niños y jóvenes. En la obra se utiliza el recurso de la cachiporra bien a tono con la fábula que nos cuenta.
Como colectivo, Teatro La Proa ha creado un repertorio activo que les da la posibilidad de mantener las funciones de sábado y domingo en su sede y animar los viernes una escuela de la comunidad, donde han conquistado un público creciente que, desde una hora antes de la función, se aproxima a la entrada del túnel para adquirir sus boletos de acceso. Desde allí comienza el jolgorio de los más pequeños, quienes esperan ansiosos descender a la misteriosa profundidad bajo la ancha y transitada avenida Carlos III.
Próximamente la agrupación partirá hacia México en una temporada con parte de su repertorio, mientras variadas obras cubrirán las funciones en la sede los días establecidos. Bajo la dirección general de Erduyn Maza y un sólido equipo creativo, Teatro La Proa, con vientos a favor, va perfilando una rigurosa labor en los años de existencia, sigue la apuesta por alimentar la esperanza en los niños y adolescentes y compartir su algarabía en el mágico túnel que, desde hace justamente un año, han convertido en su segunda casa; esa donde la ficción y el juego declina cualquier contrariedad, eleva el espíritu y favorece el panorama teatral capitalino.
Con Teatro La Proa en cada huracán nuevas vivencias y emociones