ACERCAMIENTO A LOS BUENOS PASOS DE MALPASO

Dirigida por el coreógrafo Osnel Delgado, la Compañía de Danza Malpaso ha presentado este año variadas propuestas que mezclan estilos modernos, clásicos y contemporáneos.

MALPASO NO PRETENDE SER REVELADOR DE GRANDES HISTORIAS.

Por Dayana Stable

Desde sus cimientos fue toda una expectativa y con su materialización un hecho. Una nueva compañía se conformaba intentando desprenderse de los modos de hacer más habituales que navegan en nuestro mar danzario.

En sus inicios fueron buscando nuevas formas y para hoy se muestran consolidados en un estilo que transita entre el academicismo más formal, el folklore y por su puesto los intereses propios de su director, además de muchas otras influencias que lo nutren.

La compañía danzaria cubana Malpaso mostró al expectante público experimentaciones de coreógrafos extranjeros devenidas en obras como Indomitable Waltz, Bad Winter y Why you follow. Serían grandes pretensiones definir sus principales motivaciones, pero lo que sí es apreciable son las influencias del folklore cubano dentro de este repertorio.

Quizás pierden un poco de esa gestualidad propia pero mantienen la esencia que permite su reconocimiento en escena. Quizás Gagá, Oggún, Rumba, Changó, son referencias usadas, pero esa idiosincrasia viva que nos rodea y atrapa, va más allá de estas especificidades. La gestualidad de los danzantes entre esos vaivenes de caderas, torsos, ondulaciones y sensualidad matizada, circundan repetidamente el espacio en que habitan.

Las piezas no pretenden ser reveladoras de grandes historias ni adentrarnos en cuentos con finales predeterminados. Persiguen, más bien, defender una estética que de forma escalonada y ascendente permita intuir visiones diferentes de ese producto cultural que se ofrece, mostrando vías de posibilidad para la expansión del movimiento, las ideas y la reflexión.

¿Qué intentan mostrarnos?

Una de las posibles respuestas podría ser que la confrontación y la  convergencia de estas fuentes aun no agotadas del todo, puede culminar con confrontaciones  más interesantes que permitan el diálogo entre intérprete y público. La articulación y configuración de todas las fuentes bebibles enriquecen el trabajo que está produciéndose y genera la experimentación sobre bases más resistentes y sólidas.

Por lo pronto tenemos la opción de traspasar esas fronteras limitantes que enmarcan el espacio correspondiente y salir a la búsqueda de nuevas interrogantes que permitan la invasión de sus códigos. Adentrarnos y descubrirlos son el nuevo reto.

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MALPASO: LA MÚSICA TE GUIARÁ

Por Mayté Madruga Hernández

En la larga y variada estética que puede distinguir a las creaciones coreográficas, la compañía cubana Malpaso ha decidido optar por la música no solo como acompañamiento, sino como eje para el montaje coreográfico. El programa más reciente, presentado en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, así lo demuestra.

En Indomitable Waltz, pieza coreografiada para la compañía por Aszuer Barton y que cuenta con la música de los compositores Alexander Balanescu, Michael Nyman y Nils Frahm, los bailarines representan un movimiento lírico en busca de una comunión poética entre cuerpos y melodías.

De este modo, durante casi media hora sobre el escenario aparecen estos cuerpos en soledad, des-esperados por contacto, que se convierten en notas humanas para componer una armonía clásica-moderna que aspira a un conjunto de movimientos orgánicos guiados más que por un decir, un sentir de emociones o de figuraciones que cada bailarín lleva a su tempo.

En conjunción con lo más moderno de la danza norteamericana Indomitable es llevado por una introversión de los danzantes. Cada frase movimental es una historia oculta entre los dúos que se producen o entre los solos. El espacio que ocupa la música en el teatro es recreado por los bailarines casi como pinceles que se mueven interpelados por violines y pianos.

Lo indomable como símbolo de la libertad en el bailar es retomado, por momentos, en una pieza que parece haberse creado para homenajear a los intérpretes musicales más que para danzar solamente. La comunión entre ambas especialidades por momentos no resulta tan equitativa, sino dependiente, más allá del modo personal de cada bailarín de interactuar con su espacio y con la propia música.

En contraposición, la compañía liderada por el bailarín y coreógrafo Osnel Delgado, estrenó Why you follow, del newyorkino Ronald K. Brown. Una abierta re-valorización de lo africano, no solo desde la música escogida, sino por la creación coreográfica en sí misma, que logra traspasar la mirada etnográfica para asumir naturalmente el protagonismo de la cultura y religión africana en el mundo, obviamente contextualizada al interpretarla una compañía cubana.

Why you follow explota, para bien, una extroversión al bailar que no deja inmune a los públicos. Los grandes desplazamientos de los bailarines por el escenario, la cadencia del ritmo, la interacción entre los intérpretes, el gozo que trae intrínseco la pieza coreográfica, la convierten en una singular muestra de una simbiosis cultural.

Conforme a la importancia que puede tener el camino como símbolo, como ruta, los bailarines recorren el escenario, entrando y saliendo simultáneamente creando una ruta coreográfica amplia, vistosa, rítmica.

La coreografía de Brown busca la alegría, el contagio y la invitación a la danza no como arte exclusivo sino como momento de la vida del ser humano desde su mismo origen, que catartiza sensaciones pero que también recoge rituales, creencias.

La pieza está hecha desde la búsqueda del instinto como fuerza para seguir caminos, para transitar la vida. Desde la sabiduría que da lo que no puede ser nombrado pero que existe como certeza, Why you… se convierte en una invitación a creer en esto, a disfrutarlo.

Con ambas piezas, Malpaso ha elegido relacionar marcadamente la danza con su más antigua acompañante: la música. Alejado de un virtuosismo técnico o de textos coreográficos que aboguen por la semiótica o la filosofía, la compañía se ha concentrado en creaciones coreográficas donde el movimiento no sea la excusa sino más bien el instrumento de sensaciones, más apegado a subjetividades sentimentales que racionales.