Juego Inconcluso. INSERVI, Residencia De Creación
Las jornadas de la residencia tuvieron una amplia participación, fundamentalmente, de jóvenes.
Por Bernardo Orellana
El pasado 20 de octubre, incluido en las opciones off del 18 Festival de Teatro La Habana 2019, y anunciado en el apartado Una ciudad en festival, se presentó el resultado de la residencia INSERVI. Espacio de creación convocado por el Laboratorio Escénico de Experimentación Social (LEES). Esta muestra estuvo a cargo de los residentes y tutores de INSERVI, cuyos trabajos en proceso bajo la idea de artes vivas, accionaron como una excusa investigativa-creativa, o un acontecimiento performativo.
La noche inició con Jamás estuve, del mexicano Francisco Arrieta, que con una suerte de pieza testimonial nos conmovió con su relato e interacción con una de las vecinas de la casa donde se realizó la residencia. La anciana lo acompaño en el acontecimiento con una naturalidad y emotividad, que nos hizo ser parte del juego propuesto. El trabajo de Arrieta demostró su conocimiento en relación a la acción performativa, como acontecimiento de investigación artística. Aunque el formato de presentación se vio institucionalizado, ubicando al espectador en un frente específico, limitando la acción a una especie de escena teatral que además provocó, en el inconsciente colectivo, un aplauso al finalizar la intervención. Con el aplauso, a mi parecer, hizo que se perdiera la idea de vivir y observar el “acontecimiento” como la concreción de un arte que esté fuera de las convenciones que establece la academia.
Las siguientes piezas vivas estuvieron a cargo de los residentes, Edgar Ariel con Pieles de estudio, Marien Fernandez Castillo con Muestrario de restos, Mai Bach Ngoc Nguyen, con una acción sin nombre, y América Medina con Instrucciones para bailar el archivo. Todas contaron con las asesorías e intercambio de Francisco Arrieta de México, Ernesto Orellana de Chile, y Saeed Pezechki de México.
Se podría decir que esta muestra de trabajos en proceso, sin duda necesita más claridad con respecto a lo que se espera como producto investigativo, como piezas de artes vivas. Sería necesario seguir socializándolos y dialogar con las teorías que tributan a estos temas, para lograr una concreción en las propuestas, que siendo depuradas y ubicadas en ese espacio investigativo-creativo, permitirá en aquellos que observamos este tipo de resultados un entendimiento de la manera en que estos nuevos modos de formar desde la investigación-creación consienten, no solo productos escénicos convencionales, sino maneras de experienciar el arte en la contemporaneidad. Además, dar claridad entre otras cosas, a que estas prácticas sigan en la búsqueda de nuevas formas curatoriales y diálogos complejos y rizomáticos con los espectadores, o mejor dicho sujetos que experiencian las llamadas artes vivas.
Mi relación con el Artivismo social en América Latina y las epistemologías del sur o pensamientos decoloniales, me hicieron pensar en la pertinencia de esta residencia, que desde un discurso resistente se adhieren a nuevas maneras de reflexionar y repensar lo cultural e identitario, desde la emergencia que se vive.
Ahora, mi pregunta es ¿cómo se logra estar bajo el alero institucional y a la vez presentar un discurso de notorio perfil anti sistema? Este cuestionamiento se lo hacen hoy muchos colectivos de arte con enfoque social, que buscan la resistencia como camino discursivo. Podría estar ahí la problemática del resultado de la muestra, el juego inconcluso que viví el pasado domingo, pues al parecer la “impureza” de la que hablan, esta aún en construcción y no consigue, quizás aunque sea desde el rizoma, alcanzar un discurso que patente su espacio de laboratorio escénico, de experimentación social.
Foto tomada del perfil de Facebook del Laboratorio escénico de experimentación social