2020: Atenuación pero no ausencia de Artes Escénicas
Por Roberto Pérez León
Durante 2020 el planeta ha desarrollado una inusual modalidad de gobernanza calificada ya de bio-política. Los valores socioeconómicos fueron modificados.
¿Crisis? Sí. Ha sucedido una desaceleración punzante.
El Capitalismo nunca se había visto tan amenazado; un sistema que depende de la aceleración ilimitada ha tenido que ajustar sus desenfrenos ante un ataque externo imprevisto: el cuerpo biológico ha hecho colapsar al cuerpo bursátil y un tenaz sino (del latín signum) se ha apoderado de tirios y troyanos.
2020 forma parte del inevitable movimiento hacia delante. Ya 2021 ha hecho que sea pasado y se convierta en una fortaleza espiritual sin pecados concebida.
Ha sido la ocasión de fomentar sin escisión y establecer la infalibilidad del poderío del intelecto y de la probidad espiritual para consolidar la capacidad del arte en el mejoramiento humano.
2020 será un monumento de la capacidad del hombre para imponerse sobre el cinismo de las desmesuras económicas y sociales. No son tiempos de jeremiadas ni de excusas, aunque el virus nos haya hecho dudar si es él un huésped o somos nosotros sus huéspedes.
Los cubanos celebramos el 120 aniversario de Rita Montaner; los 130 años del Alhambra y los 120 del género alhambresco; los 90 de Rine Leal y los 95 de Raquel Revuelta; 70 años cumplió la televisión nacional; 65 la historiada sala Hubert de Blanck; Danza Contemporánea llegó a los 60; sucedió el centenario de Alicia Alonso.
Pero todo el paisaje socio cultural ha estado cartografiado por la pandemia como determinante natural que ha mediatizado cualquier tejido de la vida social e individual.
Ha sido unánime el esfuerzo por elevar la sensibilidad colectiva. El arte no ha tenido espacio para selectos círculos de estetas a través de sinuosos destellos de pensamiento o rara belleza racional y emocionalidad académico-intelectual.
Entre nosotros todas las esferas de la vida cultural de la Nación han coadyuvado para que el arte también sane.
En las artes escénicas se ha producido una perentoria manera de gestionar el virus y revocar lo extraño.
La maravillosa distancia entre la butaca y el escenario ha desaparecido.
En medio de la descorporalización inherente a la era ciberespacial y el afán de meter todo en imágenes digitales, además las artes escénicas, al no poder prescindir de la singularidad de la corporalidad, reformulan ciertos procederes artísticos e ideológicos para conseguir el asombro que requiere una representación que ahora sucede dentro del código binario.
La irremediable concreción del virus ha obligado a reformular lo teatral y conseguir, en el cosmos ideológico y sicológico del espectador, impacto en la recepción de un significante escénico nada ortodoxo y que conlleva el significado contextualizado por la experiencia estética de un público sometido a la inusual disciplina que es el distanciamiento social.
El ciberespacio ha sido la arena para la composición escénica. El teatro ha cogido varios derroteros dentro de la Galaxia World Wide Web (WWW): teleteatro, youtube y otros posibles apareamientos con la virtualidad. Todo en busca de una nueva ordenación, en busca de la atracción, de la expectativa que debe crear el suceso teatral dentro o fuera del espacio escénico convencional.
Por un lado la lógica y por otro la intuición en las artes escénicas se ha ejercido un juicio que desmantela la concepción de que ellas deben suceder de una manera en especial y con una determinada estructura de producción.
No se ha vivido una temporada en el infierno sino una temporada en un limbo donde las artes escénicas se han visto forzadas a desarrollar propuestas más allá de los andamiajes teóricos predominantes.
Otras perspectivas y ángulos perceptuales han metamorfoseado la escena; un montaje técnico sin precedentes en las expresiones escénicas ha tenido lugar; se ha trastocado la tridimensionalidad desde una bidimensionalidad con propósitos dentro de la virtualidad como esfera cabalística cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna, la virtualidad como visitación conjetural de la telaraña de la realidad.
Las búsquedas formales han reformulado el realismo, el expresionismo, el lirismo, el abstraccionismo dentro de un ambiente tan inusual como es el ciberespacio para las artes escénicas nuestras.
En el orden informático-digital, entre nosotros, han tenido lugar muchos ejercicios ciberescénicos; si bien algunos se han centrado en la téchnē y ha prevalecido el producto técnico-formal con escaso rigor estético sin resultados sobresalientes para el desarrollo del lenguaje teatral mediado por un software con diseño y dramaturgia digital, sí podemos decir que, teniendo en cuenta nuestras posibilidades de conexión a internet, debe ser una nueva experiencia a tener en cuenta para la escritura escénica por venir.
Hubo atenuación en las artes escénicas. Se desdibujó el escenario por períodos intermitentes. Pero se hizo teatro y danza en vivo y en directo. Eso nos obliga a reflexionar sobre lo que vimos.
Como cada enero, para celebrar el Día del Teatro Nacional, no sería desatinado que tuvieran lugar las jornadas Villanueva este 2021. Incluso podrían contar con la particularidad de incluir las ciberescenas donde la ilusión, la autonomía de la imagen y el particular espesor de signos de lo teatral adquiere una objetivación nueva como modalidad de la teatralidad y la danzalidad.
Vi no menos de 20 puestas en escena y quiero destacar dos estrenos: Ubú sin cuernos y La excepción y la regla.
Ambas puestas alcanzan un significado discursivo de relevancia social aunque sus contextos discursivos están soportados por diferentes potenciaciones de la teatralidad.
Digamos que estas puestas son contrastantes en cuanto a la expresión del significado discursivo; el sentido, como significado que se integra a la experiencia del espectador e interviene en su relación con la realidad, en ambas comunica una preocupación social.
En el contexto discursivo, en el montaje, en la escritura escénica difieren porque Ubú sin cuernos es más perceptual en tanto acude a lo sensorial por la hechura de cada sistema significante y la urdimbre entre ellos: luces, espacios actorales, vestuarios, maquillaje, sonido, enunciación actoral; mientras que en La excepción y la regla predomina en la enunciación la expresión lingüística que comunica por encima de lo que se dice, no olvidemos que se trata de un texto de Brecht donde es ineludible el recurso didáctico.
Ubú sin cuernos de Ludi Teatro tiene dirección de Miguel Abreu y es un texto de Abel González Melo inspirado en Ubú Rey de Alfred Jary, obra que desde su estreno en París en 1896 puso sobre el tapete teatral el absurdo y lo existencial a lo que luego se le encimaron el dadismo y el surrealismo.
En Ubú sin cuernos nosotros somos horizonte. Como señalé al ver el estreno en los inicio de 2020, el montaje es de una sensorialidad exorbitante y alcanza la sobrenaturaleza del carnaval, sus asimetrías y una intrínseca ritualidad cuajada en lo esencialmente teatral desde la perspectiva Camp por la glorificación de la extravagancia y lo demasiado.
Ubú sin cuernos con sus artificios desmantelan lo serio sin aspavientos; se canta, se baila, se actuar en un sostenido replanteamiento enunciativo con absolutos actores-performers.
El Premio de Diseño Escénico Rubén Vigón 2020 de haberse dado hubiera tenido en Ubú sin cuernos un candidato seguro.
La otra puesta que considero merece ser celebrada es La excepción y la regla de Impulso Teatro con dirección de Alexis Díaz de Villegas, un montaje que se produjo dentro de la jornada de teatro alemán en La Habana.
En La excepción y la regla hay interrupción y montaje, se siente latir el ánima brechtiana en toda la fuerza de la funcionalidad de una representación con sensibilidad social sostenedora de una actitud crítica, incluso por encima de la función estética.
Todo trabajo con Brecht requiere de una voluntad ideo-estética poderosa para no caer en el panfleto político, digamos que en el “teque”. Y para lograr eso se precisa de cultura, buen gusto y capacidad para la invención teatral, baluartes de la creación que ya ha demostrado que posee Impulso Teatro.
Los premios Villanueva de darse este 2021 no pueden pasar por alto estas dos puestas; La excepción y la regla por la ingeniosidad y fidelidad a lo brechtiano; y, Ubú sin cuernos por el reino perceptual que despliega en despampanantes ceremonias visuales.