Viengsay Valdés: “Estoy Orgullosa De Pertenecer Al Ballet Cubano”

Viengsay Valdés en el Kennedy Center. Foto: Martha Andrés Román / PL
Por Brian Seibert

Viengsay Valdés, una bailarina estrella muy reconocida en su país, asume el reto de dirigir la compañía cubana.

A través de los años se conjeturó mucho acerca de las posibles sucesiones en la dirección de la misma, hasta que, el pasado mes de enero, el Ministro de Cultura aprobó a Viengsay Valdés, la bailarina de 42 años, como Subdirectora artística de la troupe de ballet.

En Cuba, donde el público demuestra efusivamente su devoción a este arte en los teatros, Viengsay es considerada una heroína popular. Y ella entiende su misión: “Asumo el legado de Alicia Alonso, de mantener, pero también de actualizar, la compañía”; dijo durante su visita hace algunos días a Nueva York.

En una primera lectura, puede parecer que el cargo de la subdirección artística esté subordinado a otras instancias, pero en la práctica, Viengsay Valdés es responsable de la programación, los elencos, las promociones… lo que significa que, por vez primera en la historia de la compañía, -fundada 1948 por Alicia, Fernando y Alberto Alonso y renombrada como Ballet Nacional de Cuba en 1959-, alguien que no sea de apellido Alonso, está a cargo de estas actividades.

Algunas opiniones, como la de Lourdes López, la directora cubano-americana del Miami City Ballet han sido muy halagüeñas: “Fue la elección perfecta”; dijo.

El propósito de la visita a Nueva York, según explicó la joven subdirectora, fue presentarse ella misma, como primer paso introductorio para abrir la posibilidad a futuras colaboraciones e intercambios. “Necesitamos llevar a nuestros bailarines más información”, dijo; bosquejando desde ya, planes de invitación a coreógrafos extranjeros a Cuba para crear obras de conjunto y hacer talleres coreográficos.

También se planea la celebración en el año 2020 del centenario de Alicia en Nueva York, cosa que resulta lógica si se tienen en cuenta los lazos históricos del Ballet Theater con esta máxima figura, cuya esfera de acción incluyó los trabajos con George Balanchine, la School of American Ballet y el City Ballet.

El público tendrá que esperar hasta noviembre para disfrutar el primer programa elegido íntegramente por Viengsay, será la premiere del Concerto DSCH, una muy celebrada obra que Alexei Ratmansky creó para el City Ballet en el 2008.

Este giro hacia la representación de piezas contemporáneas creará un precedente, debido al apego que desde hace años, la compañía tiene a los grandes clásicos. También será incluída la coreografía Celeste, de la belga-colombiana Anabelle López Ochoa. “Tenemos más de 700 piezas en nuestro repertorio. Algunas han pasado de moda, pero otras no, y tengo la tarea de recuperarlas porque son nuestras”.

Por ahora, Viengsay piensa seguir bailando con la compañía. Fue precisamente la experiencia al bailar Celeste, la que remarcó la importancia de ejecutar nuevas coreografías: “Fue increíble, bailar algo creado para ti y para tu personalidad… y quiero que los bailarines vivan esta experiencia…”

Las nuevas restricciones del gobierno de Trump, complican aún más los problemas ya existentes para mantener el funcionamiento interno de la compañía, expresado en importaciones de madera, y diversos materiales con los cuales, por ejemplo; renovar tabloncillos y otras cosas necesarias. Además de lo anterior, está la dificultad perenne de retener a los bailarines dentro de la compañía, cuestión que, según Viengsay, no es típica de Cuba: “La carrera de un bailarín es corta. Siempre se quiere probar suerte en otros países, otras compañías. La mayoría de ellas están compuestas por bailarines de todo el mundo”.

Incluso si los objetivos de Viengsay Valdés se cumplen: Recolocar el BNC en puestos cimeros mundiales e incluir a sus bailarines en los más importantes festivales internacionales de ballet; tendrá la tarea de convencer a sus compañeros de hacer lo que ella: volver a su patria y representarla.

“Estoy tan orgullosa de pertenecer al ballet cubano, viajar por todo el mundo y volver a casa… Esa es la mayor satisfacción que tiene un artista; ser reconocido y querido en tu propio país”.

Tomado de Cubadebate, fuente original The New York Times

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