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Un Taller Cero Para Abrir Muchos Caminos

Del 7 al 15 de abril está ocurriendo en Matanzas, nuestra capital titiritera, la primera edición del Encuentro Internacional Retablo Abierto (EIRA), que aspira a convertirse en un “espacio de estudio y creación sobre figuras”, según su comité organizador.
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Por Norge Espinosa Mendoza

Del 7 al 15 de abril está ocurriendo en Matanzas, nuestra capital titiritera, la primera edición del Encuentro Internacional Retablo Abierto (EIRA), que aspira a convertirse en un “espacio de estudio y creación sobre figuras”, según su comité organizador.

Gestado desde el Teatro de las Estaciones, al que apoyan entidades de la provincia y del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, opera como una mirada concentrada en una investigación específica, en una técnica concreta, cuyos retos y posibilidades se exponen a manera de proceso de taller gracias a la presencia de maestros que traen a Cuba su experiencia, sus propios desafíos y, sobre todo, sus preguntas.

En esta oportunidad, el EIRA arranca con el diálogo que han traído hasta acá exponentes del teatro de objeto, una de las formas del teatro de animación que menos se explora en nuestras tierras. El objetivo es claro: más que obtener una respuesta inmediata acerca de esta modalidad, se aspira a dejar una simiente que, por encima de todo, deje inquietudes intensas en los participantes de la cita, que incluye además presentaciones de libros, documentales, y por supuesto, conferencias y espectáculos.

Microscopía Teatro y Oligor, provenientes de México y de Navarra, traen a Cuba La máquina de la soledad, una conferencia performativa, más que espectáculo, contenida en una maleta llena de cartas que narran una historia de amor proveniente de hace mucho tiempo.

Shaday Larios y Jomi Oligor se han unido para que conozcamos una trama que los enlaza a esos viejos documentos, que los proyecta hacia el espectador como incitaciones, como una búsqueda en espacios cruzados de memoria, tiempo y teatro que se entiende, fundamentalmente, como un acto de encuentro y complicidad.

Los objetos tienen su propia biografía, que refracta o no la de quienes los manejan, conviven con ellos, deciden sus precios y su utilidad. Detectives de objetos, “objetólogos”, han ido por varios sitios del mundo, y lo mismo en una vieja carpintería que antes fuera teatro, que ante los escribanos de Ciudad de México, se proponen unir las pistas de historias en peligro de extinción.

Sobre esa base se articula La máquina de la soledad, de la cual apenas un fragmento ha llegado a la Isla, para que comprendamos con mayor nitidez la esencia de este proyecto, así como para dejarles a ellos reaccionar ante el modo en que los cubanos comparten vidas y ausencias con los objetos que nos rodean, los que inventamos ante la precariedad, los que salvamos como recuerdos de otras eras, utopías y catástrofes, y los que, definitivamente, podrían contar una insólita biografía de nuestra Nación. De ello y más han conversado con los talleristas.

La casa del escarabajo, del grupo Retablos-El Arca; El Encuentro, de Teatro La Salamandra; ¡Pum!, de Teatro Tuyo; Hojas de papel volando, de Teatro La Rosa; Nueve, work in progress a cargo de Martha Luisa Hernández Cárdenas; Concierto para Aurora, espectáculo callejero del Mirón Cubano, componen la muestra de espectáculos cubanos, que tuvo como propuesta inaugural El irrepresentable paseo de Buster Keaton, de la compañía anfitriona, en la sala Pepe Camejo, sede de Teatro de las Estaciones.

Se combinan, en la programación, con La caja Chernobyl, del mexicano Ángel Hernández; Buscamos el silencio de las cosas, de la ecuatoriana Giulanna Zambrano, y M.A.R, un discurso plástico a través del espacio, de la española Andrea Reboredo.

Durante las sesiones del taller, cuyos resultados se mostrarán al público en la tarde del sábado venidero, los participantes hemos aprendido del origen de teatro de figuras, de su aparición y éxito en la década de los 80 del siglo XX, de su vinculación con los experimentos de la vanguardia dadaísta y surrealista, y de maestras como Agnès Lymbos y otras agrupaciones que trabajan en diversos formatos, escalas, relaciones entre el ser humano y el objeto, y las ideas que, desde el “poshumanismo” y otras vertientes filosóficas y performativas, van influyendo en estas proposiciones escénicas.

Hundir en la mirada en micropaisajes, pensar en el enlace entre el ser humano y los objetos, para llegar a la idea del bio-objeto que Tadeuz Kantor articuló desde su poética, ir a la infrahistoria… son claves que para estos gestores del teatro de objeto documental resultan esenciales, y que van dejando entre los que acuden a las acciones del EIRA otras reacciones y un despertar de la conciencia.

Ir a la calle en pos de objetos híbridos, insospechados, conocer a través de ellos a sus poseedores, tenerlos como centro de una dramaturgia en el que cada detalle que los identifica nos permita entender un entorno específico, una existencia que nos hable más allá de las vulnerabilidades y las perezas de la memoria que se desgasta en lo cotidiano, probablemente nos haga ver a partir de ahora con otros ojos a los objetos que elegimos. Y que a su modo, también nos eligen.

En un repaso más detallado podremos hablar de los espectáculos, y de cómo la muestra, a pesar de que como he dicho el teatro de objetos en Cuba es aún terreno casi virgen, nos deja ver elementos de sus claves en obras de grupos nuestros.

Ampliar esa exploración, lanzarla a connotaciones más complejas y comprometidas, sería el horizonte venidero para lo que en Matanzas hemos estado hablando por estos días. Vale agradecer a todas las personas e instituciones implicadas en esta nueva estrategia, anunciada como la edición cero aunque cargada ya de futuridades, que nos invita a no quedarnos en lo ya asentado, en lo conocido y en lo cómodamente resabido; sino en ir más allá, a otras geografías de la teatralidad y la conciencia. Sobre todo porque se trata de historias que tenemos a la mano, que comparten nuestros espacios públicos e íntimos, que a su modo nos hablan y nos permiten evocar a seres queridos y cómo también, en la pequeña historia del país, se repiten y se redimensionan otros ecos, otras remembranzas, otras ansiedades que el teatro, de tantas maneras, de forma infinita, puede ayudarnos a sanar.

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