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Perfectos desconocidos:  que vivan la vida y el teatro

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Por Esther Suárez Durán

Con su título original llega a nuestros escenarios como espectáculo teatral Perfectos desconocidos (2016), el filme del director de cine y guionista italiano Paolo Genovese  (Roma, 1966) , que arrebató a los espectadores de gran parte de Europa y ha tenido unos siete remakes hasta la fecha.

La película obtuvo el Premio David de Donatello, que otorga anualmente la Academia de Cine Italiano, en las categorías de Guion, Dirección y Filme tras su estreno en 2016. Por su parte, el texto para teatro no se quedó atrás.

Hugo Vargas, director general y artístico de A teatro limpio, la nueva agrupación que en 2019 arribó a nuestros escenarios con el éxito de TOC-TOC, trabajó sobre la versión para teatro del propio Genovese y lo hizo con acierto a partir de su experiencia escénica y su conocimiento del arte teatral, de ello resulta una propuesta inteligente que resalta los valores de la trama principal. Es esta la que ahora nos presentan sobre las tablas Vargas y su compañía.

Regresan esta vez algunos de los intérpretes que reunió el director para el debut de A teatro limpio hace cuatro años, ellos son Yanel Gómez, Liudmila Alonso, Yamira Díaz, José Alejandro, Elena Navarro mientras otros se suman a la nueva aventura, como Orelvis Díaz, Misael Álvarez, Lisandra Arteaga. Los acompaña para goce de todo el primer actor Mario Aguirre, uno de nuestros grandes comediantes, primera figura del mítico Teatro Musical de La Habana durante los mejores años de su segunda etapa de existencia (1978-1988) y cuya trayectoria y desempeño acaba de ser muy justamente reconocido con el Premio Nacional del Humor correspondiente a la edición 2022.

La trama principal de Perfectos desconocidos se arma a partir de la telefonía móvil y esos dispositivos –los móviles— que se han vuelto entrañables para nuestra existencia cotidiana y llegan a ser una especie de depósito de información sobre cada uno de nosotros, una cierta clase de cómplice, extensión de nuestra subjetividad, alter ego electrónico cuyo análisis –de llevarse a efecto— podría aportar datos sobre nuestro yo más íntimo. La característica de ser un dispositivo personal, privado, antes que colectivo –como sí lo era el aparato que le antecedió, el teléfono que conocimos antes de la era digital— y su multifuncionalidad son las bases sobre las cuales se alza esta comedia cuando sus personajes deciden escuchar en conjunto los mensajes que, esa noche, durante la cena en que celebran su amistad, llegarán a los móviles de cada uno de ellos.

Como consecuencia de las situaciones que se suceden ninguno de los personajes quedará incólume, ellas también afectarán las relaciones hasta aquí sostenidas entre ellos. De nuevo una historia dramática pone de relieve la relatividad de nuestras personalidades y la fragilidad de nuestras relaciones sociales. Perfectos desconocidos se aviene con los recursos y las estrategias teatrales, ese arte que se vale de máscaras, disfraces, construcción de personajes, textos, contextos, subtextos, ficción en fluencia constante.

La puesta cuenta con una escenografía armónicamente lograda por el propio director. Se trata de una composición tradicional, que ante tanto escenario desnudo de las últimas décadas –no siempre justificado por una razón conceptual– y tanta escasez de recursos y de un adecuado pensamiento y sistema que respalde la producción de espectáculos pudiera llegar a parecer novedad. No está en el escenario con poco esfuerzo sino sobre el mismo principio que buena parte de nuestras mejores producciones: entrega personal sin límites, negociaciones, inventiva y alianzas, en este particular caso es de agradecer la colaboración del Centro Hispanoamericano de Cultura.

El desempeño de los intérpretes muestra un nivel profesional y cuenta con ese extra que precisa la comedia como género –en mi opinión, el género más difícil– donde, en efecto, y por solo poner un ejemplo, un segundo ante o después, convierte un recurso de humor en un perfecto bodrio. Se disfrutan las actuaciones de Yamira Díaz (Carmen, esposa de José), Yanel Gómez (Ana, Sicoanalista, anfitriona), Elena Navarro (Elena, la hija de Ana e Iván), José Alejandro (José), Lisandra (Dulce, recién casada con David) pero me gustaría destacar la profesionalidad de Orelvis Díaz ( David), quien tuvo que “salir al toro”, como se dice en el argot teatral, haciéndose cargo de un personaje que no era el que había estado preparando y lo interpretó con brillantez.

Como se conoce, la elaboración de un personaje es un proceso delicado cuyo punto más alto no coincide siempre con el momento del estreno. Pudiera ser el caso de Misael Álvarez (Iván, esposo de Ana) quien seguro alcanzará su mejor momento en las funciones por venir.

De manera muy especial quisiera agradecer a la agrupación y a su director general, la sabiduría de haber invitado al Maestro Mario Aguirre a integrar equipo. El suceso se produjo desde una de las últimas temporadas de TOC- TOC, lo cual posibilita tenerlo, de nuevo, en el elenco del actual espectáculo con el personaje fundamental de Pepe. Es un privilegio disfrutar a Mario en escena; escucharlo, incluso, entonar hermosamente una canción. Resulta infrecuente hallar sobre las tablas a nuestros actores de más extensa experiencia, así sean primerísimas figuras, como el caso que nos ocupa, cuando tal hecho se produce uno siente que presencia un hermoso encuentro.

La puesta apenas ha comenzado su diálogo con el público quien, no obstante, ya ha mostrado su beneplácito llenando la sala en cada función y reaccionando adecuadamente con la escena. A partir de ahora, con menos nervios y más tiempo será posible trabajar con detalle la comicidad que todavía puede aportarse corporalmente, desde lo físico, en las escenas donde los móviles reciben ciertas llamadas no deseadas cuando de escucharlas colectivamente se trata, pero desde ahora es pertinente reconocer la calidad de los apartes de Elena con el público así como el recurso empleado con los personajes de Pepe y Jóse cuando bajan a la sala de platea y desde allí sellan un pacto de camaradería que instaurará algunos de los temas y subtramas más interesantes y amenos del acontecer que está por venir.

Espléndido ha sido ver abierta, nuevamente, la sala El Sótano, ahora remozada, con su lunetario de estreno –esta vez con butacas adecuadas para teatro. Emocionante compartir con el público fiel a este espacio, ese de diversas generaciones, procedencias sociales, el mismo que creó por más de cinco décadas la compañía Rita Montaner –a cargo de El Sótano por 57 años— sobre la base de una programación continua y diversa que mantuvo la sala funcionando de martes a domingo,  incluso en las etapas en que ello dejó de ser la norma, y llegó a exhibir dos programas diferentes en la semana.

La adhesión de este público, sus descendientes, el conocimiento de la existencia de un sitio teatral en esta zona de la geografía capitalina, la seguridad de que allí un espectáculo les aguarda es lo que reciben hoy las agrupaciones artísticas que se presentan en el lugar.

Saludo la creación, con A teatro limpio, de una entidad teatral que se dedique a la comedia, que configure con ella su específico perfil como institución espectacular. Me llama la atención y me parece de interés que se defina por esta comedia “blanca” –que algunos llaman “de salón” – donde no existen alusiones a temas políticos, ni sarcasmo, cinismo, ni cosa gruesa o punzante, ni humor negro, verde o rojo porque simplemente se quintaesencian todas las tonalidades en el deseo de reír y de hacer mejor la vida, no solamente por el placer y la relajación que produce la risa sino por la atención que dirige hacia los humanos defectos. Cualquier otra variante y recurso del humor y de la expresión escénica en general es lícito y tiene el mismo derecho a existir al igual que lo tiene esta modalidad, ausente de nuestros espacios dramáticos, a la cual A teatro limpio parece apegarse.

Reverencio una vez más desde estas páginas a todos mis colegas que hacen el Teatro en Cuba en las difíciles condiciones en que se desarrollan nuestras vidas, y al público –que padece las mismas precariedades– y los acompaña, anima y premia en cada entrega.

Pronto conmemoraremos nuevamente el Día Internacional del Teatro, ojalá lo hagamos con esta obra sobre la escena. Buena ocasión para exclamar a todo pulmón ¡qué viva la vida, ¡qué viva el teatro!

Imágenes FOCUS, tomadas del perfil de Facebook de Hugo Vargas, director de A Teatro Limpio.