Pensar para el teatro (I)

Por Roberto Pérez León / Foto Buby Bode

La búsqueda de nuevos medios de expresión filosófica fue inaugurada por Nietzsche, y debe ser proseguida hoy relacionándola con la renovación de algunas otras artes, como el teatro o el cine.
Gilles Deleuze

No pretendo relacionar tópicos para llegar a la filosofía deleuzeana y su relación con el teatro, tampoco ver el teatro desde la filosofía deleuzeana, mucho menos acercarme a una filosofía de lo teatral.
Ante las cuestas, declives e inclinaciones que hoy asumen las artes escénicas en medio de la pandemia que enfrentamos, y para poder interdisciplinar la forma en que entra lo teatral al ciberespacio que condiciona y media la teatralidad, traté de involucrar el pensamiento filosófico de Gilles Deleuze (1925-1995) en el asunto.
Quería aprovisionar mi juicio crítico sobre lo que se está haciendo en el ámbito nacional en cuanto a la creación, análisis y percepción de la imagen audiovisual en función del teatro en medio de los avatares de las artes escénicas en estos momentos.
Hace ya muchos años que encontré por azar complaciente “los dos Deleuze”, como siempre digo cuando aludo a los dos tomos que dejó de estudios sobre cine: La imagen-movimiento y La imagen-tiempo que constituyen una de las propuestas más categóricas para la filosofía cinematográfica.
Por la fuerza inventiva de su pensamiento en estos documentos seminales para entender el cine, Deleuze ofrece un modelo de análisis cinematográfico que abarca incluso el cine que está por venir.
Aunque el teatro tiene de literatura en realidad se define por el movimiento y pensé que no era tan peregrino tratar de sustanciar, con los conceptos deleuzeanos de “imagen-movimiento” e “imagen-tiempo”, la expresión audiovisual de las artes escénicas en el ciberespacio.
En esta dirección me lancé a armar mi “tinglado conceptual” para concebir el teatro en el ciberespacio, pero quedé varado en otras arenas. No llegué a los dos Deleuze donde queda el cine cartografiado semiológicamente entre los puntales de la imagen-movimiento, la imagen-tiempo y la semiosis desde una fórmula-ecuación para el encuentro de la producción de sentido mediante la relación causal: pasión/razón/acción/afección.
Me di cuenta que si se junta todo lo que Deleuze escribió sobre teatro apenas daría para un folletico pues son solo tres textos donde entra en el tema, además en algún que otro trabajo que de pasada lo roza.
Eso sí, el espesor de las reflexiones en ese hipotético folletico podrían poner en jaque a algunos teatreros vestidos de posmodernos o de lo que fuera, pues esos textos suman al universo de la teatrología un paisaje de intrincados y gozosos emprendimientos intelectuales.
Jean-Frederic Chevallier, investigador que aporta mucho al pensamiento teórico y crítico en torno al acontecimiento teatral no solo desde sus reflexiones sino desde sus montajes como director y realizador de video-arte, nos alerta en cuanto a la importancia del pensamiento deleuzeano sobre el teatro.
Para llegar a Deleuze y el teatro, tenemos solo tres momentos concretos: en la introducción a Diferencia y repetición, en Un manifiesto menos, un ensayo que acompaña una obra de Carmelo Bene y en otro que sigue un texto de Samuel Beckett, El agotado.
Considera Chevallier que las nociones propuestas en estos textos por Deleuze (movimiento, diferencia, no-representación, repetición, aminoración, entre otros) invitan a un desplazamiento de la mirada sobre el teatro contemporáneo: una suerte de llamada a pensar éste de manera más inventiva.
Sin las atentas miradas de Jean Frederic Chevallier, entre pocos, la teoría del teatro hoy pudiera no contar con el pensamiento de Gilles Deleuze.
Pareciera que al filósofo francés no le gustaba el teatro para nada o le gustaba poco, pero la escasez del pensamiento deleuzeano puede filosóficamente poner sobre el tapete alguna reflexión renovadora sobre el teatro que se hace hoy.
¿Qué es el acto de creación? es una famosa conferencia dada por Deleuze en 1987 en la cátedra de la fundación FEMIS (Escuela Superior de Oficios de Imagen y Sonido) que puede ser vista en internet.
En esta conferencia Deleuze centra el acto de creación en la absoluta necesidad en la que todo creador se encuentra y que debe reconocer y entonces “resistir” desde el mismo proceso creativo con sus múltiples singularidades.
Deleuze demandaba una transformación radical no desde la información y la contra información sino a partir de un renovador modus opernadi para alcanzar una unidad de las artes como “performancia”, y tomar el espectador dentro de esta misma performancia.
Sin embargo Deleuze consideraba al teatro rígido, lento y lleno de fijezas que le resultaban insoportables.
Decía en una entrevista:
“No voy al teatro porque el teatro dura demasiado tiempo, es demasiado disciplinado, y tengo la impresión de que no es ya un arte que pueda volcarse sobre nuestra época.”
Incluso encontramos momentos en la obra de Deleuze en que operacionalmente se refiere al teatro como lo que hay que evitar.
La “selva oscura” de sus afectos filosóficos sigue siendo de una espesura inquietante:
“Pensar se arrastra lánguidamente como una perversión; pensar se repite con aplicación sobre un teatro; pensar se echa de golpe fuera del cubilete de los dados. Y cuando el azar, el teatro y la perversión entran en resonancia, cuando el azar quiere que entre los tres haya esta resonancia, entonces el pensamiento es un trance; y entonces vale la pena pensar”.

Por otro lado, ¿no esto una contundente referencia a la potencia de lo teatral?:
El nacimiento de la tragedia no es una reflexión sobre el teatro antiguo, sino la fundamentación práctica de un teatro del porvenir […] Así habló Zaratustra está concebido por entero en la filosofía, pero también, por entero, para el escenario. Todo está en él sonorizado, visualizado y puesto en movimiento, en marcha y en danza […] Aquí también se trata, para Nietzsche, de colmar el vacío interior de la máscara en un espacio escénico, multiplicando las máscaras superpuestas, inscribiendo en esa superposición la omnipresencia de Dionisos, colocando en ella tanto lo infinito del movimiento real como la diferencia absoluta en la repetición del eterno retorno.
Ciertamente Deleuze hace un uso filosófico del teatro y sus prácticas. Pero nos deja con ello la posibilidad de precisar ciertos algoritmos de un teatro–performancia donde se recobre “la noción de una especie de lenguaje único a medio camino entre el gesto y el pensamiento”, tal y como demanda Artaud.

El teatro precisa de un pensamiento creador e intensivo según Deleuze:
Se trata, de producir en la obra un movimiento capaz de conmover al espíritu fuera de toda representación; se trata de hacer del movimiento mismo una obra, sin interposición; de sustituir representaciones mediatas por signos directos; de inventar vibraciones, rotaciones, giros, gravitaciones, danzas o saltos que lleguen directamente al espíritu. Esta es una idea de hombre de teatro, de director de escena…
Siento reverberaciones brechtianas, lo que desde la filosofía de Deleuze el carácter de lo teatral está en la dirección renovadora del establecimiento escénico a través de la fortaleza e invención de un pensamiento capaz de articular las fuerzas del movimiento de cada elemento y convertirlo en potencia integradora.

Referencias:
Brecht, B. (2004). Escritos sobre el teatro. Barcelona, Alba.
Chevallier, Jean-Frédéric (2011). El teatro hoy, México, Pasodegato.
______ (2015). Deleuze et le theatre: rompre avec la representation. Besançon, Les Solitaires Intempestifs.
Deleuze, Gilles (1992). “L’Epuisé”. Quad. Por Samuel Beckett. París, Minuit.
____________(1995). Conversaciones. Valencia, Pre-textos.
____________(2005), La Isla Desierta y otros textos. Barcelona, Paidós.
Deleuze, Gilles y Félix Guattari (2000) ¿Qué es la filosofía? Barcelona, Anagrama