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Maite Fernández Barroso: “En la escena lo encuentro todo”

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Maite Fernández Barroso es autora de la exposición Evocaciones, que ocupará el lobby del Teatro El Trianón, como parte de la programación del Festival de Teatro de La Habana

Por Rubén Ricardo Infante

Casi a las puertas de la edición 18 del encuentro más importante de las artes escénicas cubanas, el Festival de Teatro de La Habana, se impone conversar con protagonistas de las jornadas que comenzarán el próximo 19 de octubre. Sin embargo, su protagonismo no es en la escena propiamente, sino frente a ella; pues en esa posición la fotógrafa Maite Fernández Barroso (La Habana, 1978) ha logrado captar una parte de las memorias del teatro cubano contemporáneo.

Bajo el título de Evocaciones, la muestra ocupará el lobby del Teatro El Trianón, sede de la compañía Teatro El Público. Para conocer más acerca de su visión sobre la importancia de la fotografía en el teatro, sostenemos este diálogo que es también, la mejor manera de saldar una deuda profesional con quien me ha donado cientos de imágenes de exposiciones y obras para complementar mis criterios sobre ellas.

Te has vinculado al mundo escénico aunque vienes de la fotografía en las artes visuales. ¿Por qué ese desplazamiento?

En realidad comencé por el mundo escénico. Esos fueron mis inicios, encontraba el mundo teatral fascinante y después de graduarme de la carrera de Historia Universal, me acerqué a diversas compañías con el afán de encontrar trabajo. El primer lugar que me acogió fue el Hubert de Blanck, allí estuve cerca de un año. Recuerdo uno de mis primeros bautismos de fuego cuando tuve la oportunidad de trabajar con Doris Gutiérrez  en una versión teatral que ella realizara del texto María Estuardo de Dacia Maraini, realicé la asistencia de dirección y fui parte también del proceso de investigación literaria. Analizar el contexto en que se desarrollaba la obra, facilitarles a los actores las películas, documentales y biografías era vital para entender el proceso de montaje de la puesta.

Asistir a los ensayos día a día me permitía aprender a desentrañar cada palabra en un texto, a leer entre líneas a construir la psicología de los personajes y las pasiones que los movían a comportarse de una manera u otra. Aprender de todo, recuerdo un día, en el pasillo del Hubert de Blanck, quedarme fascinada al escuchar a Berta Martínez hablar de luces, tan magistralmente.

Trabajé después en otro proyecto como Asistente de dirección con Omar Bilbao. En ese momento tenía una cámara que no era profesional, y la llevaba cuando iba a ver alguna puesta y podía tomar fotos, guardaba esas imágenes, y en principio las mostraba sólo a mis amigos.

Me inicié de manera autodidacta en el mundo de la fotografía, más tarde pude mejorar el equipo con que trabajaba y entonces comencé a hacerme de un archivo personal de imágenes y momentos de la escena cubana, también me acerqué a instituciones como Casa de las Américas y el Sello Editorial Tablas Alarcos con los que colaboro actualmente, en sus publicaciones. Pero también sentía la necesidad de ampliar el diapasón y hacer otras cosas, así me conquistó el mundo de la danza y el de la música.

Llego a las artes visuales a través de la fotógrafa y amiga Sonia Almaguer, yo estaba deseosa de comenzar nuevamente a trabajar, entonces me habla de la disponibilidad de una plaza de fotógrafo en el Consejo Nacional de las Artes Plásticas (CNAP), fui y me entrevisté y pasé a ocupar la plaza. Actualmente laboro en el sello editorial ArteCubano, perteneciente al CNAP.

¿Qué encuentras en la escena?

En la escena lo encuentro todo, a veces voy dos veces a fotografiar una misma obra, me siento en un lado, después al día siguiente trato de ubicarme en otra posición para tener otros ángulos y puntos de vista de lo que allí sucede. En la segunda vez, como ya me aprendí la obra, trato de no dejar pasar algún momento que me haya atrapado y que no pude captar desde la primera. Me encanta cuando hay un buen diseño de luces, porque da unas posibilidades y una visualidad fenomenal y trato de aprovecharlo al máximo.

¿Cuáles son las compañías que más has trabajado?

Casi todas las que se presentan en la capital, estoy siempre pendiente de los festivales,  y de los eventos que realizan cada compañía en su sede habitual. También disfruto, cuando se presentan en la capital grupos que radican en provincias como ha sido Teatro Tuyo, Teatro de Las Estaciones y otras de impecable factura y calidad estética. Me encanta Teatro de La Luna y El Público.

¿Por qué el interés en estos grupos?

Por su visualidad, muchas veces sucede que está pasando algo a nivel de acción a proscenio y hay un primer plano en la fotografía, pero en la misma escena, ya en un segundo plano puede haber un actor mostrando un sentimiento, algo oculto, y eso hace que resulte más interesante a fotografiar, porque cuando muestras la imagen a alguna persona que no haya visto la obra, o haya tenido alguna referencia de ella.

Aún así, puede percibir que la imagen narra una historia. Del mismo modo, me interesa una escena más minimalista, dónde la soledad de un personaje puede estar dada por un cono luz que lo baña mientras permanece en estado de quietud sentado en una silla, esto le confiere dramatismo, enigma y nos conduce a hacernos preguntas al ver la imagen, ¿Quién es? ¿Por qué está allí? ¿Qué espera? Por eso me apasiona tanto la fotografía de teatro.

¿Y los actores, que buscas en ellos? Una expresión, un gesto…

Ambas cosas, disfruto cuando puedo captar toda una gama de estados de ánimos, de  sentimientos, que pueden ir desde la risa hasta el dolor más atroz.