Loipa Araújo: genio y figura de la danza toda

Loipa Araújo, una de nuestras Cuatro Joyas, cumple años este 27 de mayo. Felicidades…

Por Marilyn Garbey Oquendo
Loipa Araújo es una de las cuatro joyas del Ballet Nacional de Cuba, es decir, de la danza cubana. Bailarina de depurada técnica y de extraordinarias cualidades interpretativas, mujer de inteligencia aguda y profunda cultura, es una de las grandes maitres del mundo danzario.
Discípula de los Alonso, afirma que aprendió de Alicia el amor a la danza, de Alberto la ductilidad para bailar las pìezas contemporáneas, de Fernando el deseo de alcanzar la perfección. Junto a sus hermanas Mirta Plá, Josefina Méndez y Aurora Bosch, recibió en 2003 el Premio Nacional de Danza, lauro que agradece la inmensa obra realizada.
En el Ballet Nacional de Cuba interpretó clásicos como Giselle, El lago de los cisnes, Coppelia, Grand Pas de Quatre; y también obras contemporáneas como Diógenes en el tonel, de Alberto Alonso; Paso a tres, de Alberto Méndez; Estudios para cuatro, de Iván Tenorio; y una muy recordada Electra Garrigó, de Gustavo Herrera.
Por su talento excepcional, Loipa fue reclamada por coreógrafos que hoy son leyenda, como Roland Pétit y Maurice Béjart, para protagonizar sus creaciones en los Ballets de Marsella, Francia y en el Ballet Béjart de Lausanne, en Suiza. El Ballet Bolshoi, el Real Ballet Danés, el Ballet de la Opera de Roma, el Teatro alla Scala de Milán, el Ballet de la Opera de París, el Royal Ballet de Londres, el English National Ballet, han sido testigos de su infatigable labor.
Ha recibido numerosos reconocimientos a lo largo de su brillante: Medalla de oro del Concurso de Varna, Bulgaria; Premio Estrella de Oro en el Festival Internacional de la Danza de Francia; el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de las Artes de La Habana, Orden Nacional de la Legión de Honor en el Grado de Caballero de la República Francesa, Medalla Alejo Carpentier del Consejo de Estado de la República de Cuba.
Alguna vez pude preguntarle qué sentía al subir a la Sala García Lorca y ver al público de pie a aplaudiéndola: Ese reconocimiento te da un sentido de pertenencia, sientes que perteneces a este lugar y que le perteneces al público, representas algo para ellos, que le has podido dar placer estético, placer emocional, durante muchos años. Eso es a lo que más puede aspirar un artista, no hacer el arte para sí y por sí. La finalidad de nuestro arte es ese, y si has logrado ese objetivo te sucede que llega el muchacho de la campaña contra el aedes aegypty, después de preguntar si tienes envases con agua, te dice: usted es la bailarina. No sabes la satisfacción que da, eso reconforta todo lo que no ha sido grato en el camino. Todo eso me compromete, no puedo dejar de ser lo que represento, lo que he sido toda mi vida. Tengo que ser consecuente con todo eso, porque todo fue hecho con la mayor honestidad y la mayor entrega. Tengo que ser genio y figura hasta la sepultura.