Habitando El Gesto De Una Casa

Durante los meses de enero y febrero, el proyecto Habitar el gesto interviene en la Casa de la familia Loynaz, ubicada en Línea y 14, El Vedado

La emblemática casa de Dulce María Loynaz, ubicada en la intersección de las calles Línea y 14, en El Vedado, La Habana, es el centro de operaciones del proyecto Habitar el gesto, un proceso de restitución colectiva sobre la arquitectura, la convivencia social e intervención artística; un proyecto multidisciplinario en el cual confluyen, de manera activa y sinérgica, arquitectos, fotógrafos, gestores, artistas visuales, estudiantes, ingenieros, etcétera. En esa nómina de activos participantes, la inserción de los vecinos del inmueble es el corazón mismo de Habitar el gesto. Son ellos los que han marcado una dinámica de vida y de trabajo que ha configurado la naturaleza y la peculiar textura de una acción poco frecuente en nuestros paisajes culturales.

La primera idea vino del gestor y curador artístico Mateo Feijoo, entonces director creativo de Naves Matadero. Centro Internacional de Artes Vivas, en Madrid, quien convidó al arquitecto Santiago Cirugeda al frente del equipo Recetas Urbanas, radicado en Sevilla. Ambos creadores, marcados por una práctica artística y social donde lo colectivo y ciudadano es parte esencial de sus desempeños, vieron en la arquitectura y el entorno habanero un escenario potente para ejecutar un sueño. A partir de entonces, el hilo llegó primero a la teatróloga Karina Pino y más tarde se sumaron, en una tríada de coordinación, las también investigadoras y gestoras Dianelis Diéguez y Maité Hernández-Lorenzo.

Los marcos del proyecto estaban claros, como también estaba claro el deseo de ampliar, reconfigurar, estirar y explosionar esos propios marcos en un camino de aprendizaje, desaprendizaje, error y ensayo.

Estas preguntas ¿Dónde se ubican las comunidades, núcleos familiares y personas en situación de fragilidad? ¿Cuál es la relación de estas personas (y de la ciudad en general) respecto al espacio donde viven? ¿Cuál es la memoria que estos tienen? ¿Hasta qué punto nos interesa la relación entre la historia de un espacio y su estado actual? ¿Queremos hablar de la memoria desde el presente? nos condujeron por un camino muy interesante que desembarcó finalmente en Línea y 14, en el Hotel del Alemán o la Casa de Dulce María.

El valor patrimonial y simbólico de la casa, no solo relacionado con la historia patria y la literatura cubana e hispanoamericana, sino también la propia narrativa del inmueble por su enclave habanero y las actuales condiciones de deterioro físico, hicieron que nos detuviéramos en esa esquina.

A partir de ahí comenzó todo. Ese fue el punto de cero para una serie de gestiones, trámites, conversaciones, negociaciones, alianzas, tropiezos, sorpresas y demás aventuras. Pero, lo primero: los vecinos, principales cómplices en la batalla. Luego, los pasos también nos condujeron al arquitecto Orlando Inclán, de la OHC, quien defendió su tesis de grado con una investigación sobre esta casa, y a la arquitecta Suli Álvarez, también profesora de la CUJAE.

La Oficina del Historiador de la Ciudad, el Consejo Nacional de Artes Escénicas, el Consejo de la Administración del Municipio Plaza de la Revolución y sus organismos subordinados, han sido colaboradores y apoyo imprescindibles en esta contienda. En esta ruta organizativa fueron entrando la Escuela Taller de la OHC que hoy, representados por un grupo de sus estudiantes y maestros, son también ejecutores de la obra junto al equipo de Recetas Urbanas –Marta Espino, Juan José Estrada y David Orriols, y Alice Attout desde Sevilla– y, por supuesto, vecinos.

Una pieza clave en el proceso es el levantamiento del andamio (cuya estructura, materiales y herramientas fueron traídos desde España por el equipo). Una estructura de madera y metal de color amarillo, tono que distingue las obras de Recetas Urbanas, que es, a la misma vez que sostén técnico para las operaciones, un espacio de socialización, intercambio y acción ciudadana. Desde ahí, los participantes, visitantes, transeúntes que se entusiasmen a detener el paso, podrán caminar, permanecer, compartir en una especie de terreno que ensambla la casa con la ciudadanía.

A Habitar el gesto lo acompaña, además, un registro audiovisual a cargo de los fotógrafos Gabriel Estrada Reyes, Yoylán Cabrales y Chris Erland. Esa memoria gráfica y visual tendrá una devolución artística que formará parte de la memoria del proceso.

Durante este periodo, junto a la restauración parcial del inmueble, que intentará salvar las zonas más afectadas de su estructura, acompañarán las obras varias acciones. De hecho, el pasado sábado, la realizadora audiovisual Lourdes de los Santos proyectó, en el segundo piso del inmueble y ante el equipo y vecinos, su documental Últimos días de una casa (2015). Este jueves 23 de enero, a las 5:00 pm, Santiago Cirugeda proyectará algunos materiales sobre su obra y los vecinos leerán, a varias voces, fragmentos de la novela Jardín, que Dulce María escribiera en ese lugar. Más tarde, a las 7.00 pm, Cirugeda ofrecerá una charla en FAC.

El viernes 31 de enero, a las 10:00 am, el artista visual Yornel Martínez invita a una intervención en el terreno alrededor de la casa que consiste en la siembra de plantas mencionadas por la escritora cubana en su novela Jardín. Este Site Specific pretende crear un espacio de socialización en torno a la acción de sembrar, convocando a los habitantes y a los amantes de la obra de Loynaz, “a esos lectores silenciosos en los que terminó germinando un jardín”.

Más adelante, antes de concluir el proyecto el día 13 de febrero, se convocará a un encuentro entre la prensa y el equipo pleno de Habitar el gesto para discutir, comentar y, sobre todo, visionar un proyecto que ha hecho del gesto una acción colectiva y de ciudadanía cultural.