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Gerardo Fulleda León: «No me gusto yo; me gustan los otros»

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Por Yuris Nórido

Por las calles de Camagüey, ciudad que conoce muy bien, camina por estos días el dramaturgo, director e investigador Gerardo Fulleda León, Premio Nacional de Teatro 2014, ilustre ciudadano de nuestra república de las tablas. Él, autor de algunos de los textos esenciales del canon cubano, es referente indiscutible de más de una generación de artistas y admiradores de la escena… aunque se resista a reconocerlo por pura modestia. La jornada Ciudad Teatral, que se celebra como alternativa del Festival Nacional de Teatro, lo tiene entre sus principales invitados. Y aquí, entre coloquios y funciones, reflexiona sobre la significación de esta plaza para las artes escénicas cubanas.

«Regresar a Camagüey es la oportunidad de tomarle el pulso al teatro que se hace ahora mismo. Casi nunca tenemos la oportunidad de apreciar lo que se hace fuera de La Habana. La Habana es el principal centro de la actividad teatral en Cuba, pero de Santiago de Cuba hasta Pinar del Río se hace teatro… y a veces muy buen teatro. Es una de las razones por lo que hay que defender la importancia de esta ciudad como escenario privilegiado del teatro cubano».

¿Cuánto hay de usted (y de lo que hay de usted en su teatro) en Camagüey?

-Aquí hay mucho, desde hace tiempo. Yo asistí al primer Festival Nacional de Teatro. Y después he regresado una y otra vez. Siempre ha sido una experiencia gratificante. Era el momento en que podíamos vernos las caras y escucharnos creadores de disímiles edades, procedencias y estéticas. Y siempre pudimos polemizar, discutir, dialogar… para que cada uno después sacara sus conclusiones. Imagina, ese intercambio enriquece necesariamente tu obra, habría que ver en qué medida ha marcado la mía.

Al principio se hablaba de dramaturgia meramente cubana, pero después nos dimos cuenta de que había que abrir el espectro. Es que aunque hablemos de un autor checo, la visión será la de un cubano, y esos diálogos con el mundo son muy beneficiosos… para uno y para todos.

En estos días se ha referido mucho a la importancia de intercambiar, de compartir experiencias…

-Es que esa es la base del teatro y del arte todo. Uno no escribe para uno mismo. Para mí es vital hablar con el otro. Te voy a decir algo que lo he repetido varias veces: yo no me gusto, a mí me gustan mucho los demás. Todos. Triste sería regodearme solo en mis conflictos, tendría que reinventarme mucho para hacer una obra medianamente interesante… pero los otros tienen mucho que decir. La cosa está en saber escucharlos.

Foto: Alejo Rodríguez