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Por Omar Valiño

Medios de comunicación y redes nos han compartido la presencia en las Romerías de Mayo de Teatro Tuyo y D´Morón Teatro. Habituales allí, como Andante y El Mirón Cubano, que esta vez no estuvieron, son agrupaciones necesarias al gran evento, volcado al espacio urbano por concepto y raigambre. Los cuatro fueron protagonistas de la XII Jornada de Teatro Callejero en Matanzas hace algunas semanas.

Del grupo avileño D´Morón Teatro, dirigido por Orlando Concepción, se pudo apreciar de cabo a rabo a través de la galería de estatuas de barro nacidas de sus obras, sobre todo de esa parte definitoria de su estética abierta con Medea de barro; y luego Troya, una leyenda de barro; Cecilia, el ángel de barro; hasta La calle de Federico, desde la lorquiana Bernarda Alba, presentada en el Parque de La Libertad. También allí hubo espacio, en otra cuerda, para Tin Marín, que reconstruye el ámbito del circo, en particular de aquellos pobres elencos itinerantes por pueblitos y caseríos, muchas veces el único entretenimiento en meses. Muy bien la actriz Yuleydi Zurita Crespo y el actor Omar Rodríguez, también responsable de la puesta, pues devuelven las maneras del bufo y el vernáculo, así como sobrevivieron después del Alhambra.

Aunque los tuneros de Teatro Tuyo siempre han salido a la calle con el atrayente colorido de los payasos, ahora se arriesgaron en un nuevo nivel, al componer directamente para la calle, sin excluir la sala. Con Clowncierto continúa una línea que el colectivo de Ernesto Parra ha explorado en los últimos años desde Superbandaclown: música–teatro–payasos. De estreno, todavía falta anudar, con la misma fuerza de la sala, los goznes para la calle.

Andante, de Bayamo, presentó Faro y Cindirella man, una magnífica muestra de la fisiología interna del grupo bajo el liderazgo de Juan González Fiffe. Para el elenco joven, buena parte en formación, una abierta y sincera discusión sobre la Cuba actual, sobre el modo de asentarnos, arraigarnos, el sentido de la patria y la cultura en medio de la creciente emigración. Para las veteranas, este «Ceniciento», un juego que se hace, literalmente, de y en la calle, a partir de una boda entre una casi esposa abandonada ante el altar (la actriz), y un «novio» al que se agarra entre los espectadores. Y un público que ríe a mandíbula batiente.

Emilias, también estreno, de Rocío Rodríguez con El Mirón Cubano, posee la estructura y la ambición de conectar el bordado de la bandera primigenia, por la patriota matancera Emilia Teurbe Tolón, con el acarreo cotidiano, muchas veces silencioso, de la mujer, tan esencial en todo. Falta aún dotar de nuevas reverberaciones esa estructura.

Aunque apenas comienzan sus marchas, necesitadas de lógicos ajustes, o las prosiguen en otros casos, son faros que alumbran el teatro cubano de hoy.

 

Fotos tomadas de las páginas oficiales de D’ Morón Teatro y Teatro Andante