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El labrador de un surco de colores

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Por Omar Valiño

Si bien han transcurrido algunas semanas, de ningún modo puedo olvidar un espectáculo visto en el umbral de este verano. Clausuró el VI Festival Internacional de Payasos, realizado en Bayamo a fines de junio, pero no solo fue despedida, sino síntesis del evento.

Se trata de Clownpuerta, protagonizado y dirigido por Ernesto Parra, el fundador y líder de Teatro Tuyo, de Las Tunas. Acompañado de un ensamble de instrumentistas, como ya había experimentado en Clownsicos, el diálogo entre música y escena hace la puesta. Ritmos y melodías no acompañan, son entramado permanente y partícipes del desarrollo de las acciones. Resultan fuente creativa de la cierta nostalgia y la mucha memoria en recordación de maestros titiriteros cubanos que desfilan en audiovisuales por la pantalla.

También la música ampara esa conversación entre autobiografías, la del payaso Papote, la de Parra y la colectiva del grupo, con sus contextos, a las que el autor-director nos tiene acostumbrados. Desborda esta vez, incluso, esas coordenadas, ya amplias en sí mismas, al sumar las del movimiento que él ha propiciado en torno al clown con su flamante Escuela Nacional de la especialidad a la cabeza. Las agrupaciones, espectadores, especialistas, estudiantes y seguidores, reunidos allí al cuidado del Consejo Provincial de las Artes Escénicas de Granma, fueron testimonio y parte del espectáculo como suma de una fiesta que revolucionó durante varias jornadas la entrañable ciudad.

Asistido en el escenario por el desempeño de actrices y actores de Teatro Tuyo, alumnos como figurantes y hasta intervenciones de los propios músicos, Papote se echó al público en un bolsillo, el de un Teatro Bayamo abarrotado y delirante. Inconmensurable dicha de palpar, una vez más, cuánto puede movilizar la sencillez artesanal del teatro hacia la idea del bien y la felicidad como resultado de la persistencia, línea argumental y de sentido de Clownpuerta. Clímax el momento en que atravesó la platea para entregar un globo rojo a René Reyes, fundador de La Guerrilla de Teatreros, referente obligado del trabajo teatral comunitario en Cuba.

La explicación conceptual y técnica que sustenta la poética de Ernesto Parra, la hallamos en Clownteo regresivo, el título, presentado en el festival, que él firma para Ediciones Alarcos; viaje al revés, como corresponde a la «ilógica» del payaso, para describir su arduo camino de aprendizaje devuelto en magisterio.

Cofres, narices, puertas, globos, maletas… motivos, recuerdos y piedras que arrastra nuevamente el río hasta romper con la poesía la imaginaria compuerta. Prueba al canto del creador que ha parido un grupo como familia, un libro, un movimiento, un festival y una escuela. El labrador, sobre tierra árida, de un surco de colores.