“Edén-6”: volver a hacernos cuerpo real entre tradición y contemporaneidad en la danza

Por Noel Bonilla-Chongo

Hacer de la danza un terreno de re-escritura y transformación del cuerpo y sus memorias, hacer del cuerpo un vehículo de exposición y performance en el conjunto de su artesanía espacial, es devolución de la danza contemporánea en la actual edición del 27 Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso. Combinación estimable en tanto re-enunciación de algunas prácticas dancísticas cubanas de hoy integradas a la agenda del Festival: las compañías Acosta Danza y Malpaso, la pieza Sacre, de la coreógrafa Sandra Ramy con la danseuse estrella Catherine Zuaznabar o Edén-6, de Susana Pous con Micompañía.

Entre esos márgenes que bojean al cuerpo danzante, después de tantas contiendas (parálisis pandémica, migraciones, permanencias, recomienzo), asistir al estreno cubano de Edén-6, baile para tres que Susana Pous ya había presentado en el congreso ITI-Unesco, celebrado en Hainan, China hace tres años, hoy seduce la atención de muchos. Pieza que nos habla de esas fragilidades y certezas que movimiento y acción van develando cronométricamente en la estructuración del posible relato coreográfico, del estatus comportamental de su fábula como instancia generativa y transformadora del acontecer. Y es que, en la sinflictiva y sintética armazón de sus hechos, Edén-6 se vuelve feudataria de esa exquisitez constructiva a la que Susana nos ha acostumbrado. Ella, quien por más de veinte años viene suscribiendo la virtud escénica de la danza contemporánea cubana, su hacer de bailarina, profesora y coreógrafa ha marcado estos tiempos nuestros. Sus piezas, como bitácora narrante, transparentan aquello que deseamos ser, lo que nos hiere, nos hace, lo que soñamos en esta Isla rodeada por la sujeción de sus aguas.

De ¿Qué se puede esperar cuando se está esperando? (2007) a Infinito (2019), se nos asegura que todo acto creativo es experiencia relativa a la práctica de dos: cuerpo y danza, espacio y tiempo, tejido y trama. Actores y espectadores somos todas y todos quienes, a través de sus maneras de danzar, vamos de la contemplación a la conmoción. Contienen sus obras esas no habituales invitaciones para entrar en su gestión, para enamorarnos, para disolvernos en el otro, para ver el “por detrás”, quizás lo escondido y revelado que, cual máscara elocuente (Malson -2009- o Showroom -2012-, en ese sentido, constituyen modélicos reales posibles) sabe cartografiar lo que nos va devolviendo hoy la danza.

Edén-6, baile de tres y para tres intérpretes, una mujer y dos hombres. Ella zigzagueante y precisa, fluye, transita, hermosea la travesía de su andar, de su danzar y de sus propósitos. Ella, a modo de Eva restored, fuente de todo lo vivo, alma y ánima, animal y espíritu, en la consistencia de su presencia escénica reedita la vanidad corpórea ancestral del nombre/símbolo. Ellos, distintos en aptitudes y comportamientos. Uno manipulador, animador, látigo y castigo que intenta fraguar, curtir, diseñar la trayectoria del otro. Él, ¿acaso Creador/Dador/Instigador/Emisor que omnisciente modela y esculpe, protege y juzga a su imagen y semejanza? El Otro, mágico en su sí. Manipulado y también autónomo, audaz y sucinto en su espacio parcial corporal, anhelante, aunque recluso. Suceso o ensueño en la antropogonía del primer hombre creado; tierra y sangre.

Edén-6, atadura, sujeción, amplitud y estrechez, fluido y restringido, así se desenvuelve el trío, el dúo, el solo. Así se unen y separan, cual danza desobediente e indócil, parecería que pretenden narrar alguna historia de uno, de dos, de tres, pero que al rato escapa de cualquier literalidad para insistir en la danzalidad que tejen cuerpo y espacio en su aquí y ahora. Siento que “el drama” dejó ser la médula del entramado coreográfico para ceder sitio a un conjunto de experiencias sensibles cuyo foco de atención descansa sobre el espacio, el tiempo, el movimiento, la percepción y el ecosistema de Ella, de Él y del Otro. A lo mejor, Susana en este Edén-6 2022 vuelve a hacernos cuerpo en la re-territorialización hacia la postpandemia, o no. Pero sí advierto un “nuevo” cuerpo, un cuerpo fragmento de palabra escindida, talvez de un espacio gnóstico; incluso, pudiera ser de una danza como puesta en trance del sujeto y del lenguaje. Y en ellos, el/los cuerpos se transforman en un vehículo hacia lo divino, hacia una verdad (im)posible, hacia la desobediencia o, mejor, rumbo a un espacio sin tiempo. Tiempo como posibilidad de aquello que es lo único que (no)tenemos.

Edén-6 se me antoja como colindancia con otras prácticas artísticas de resistencia y transformación, de acción y reflexión, donde la artificación de la danza, va más allá de producir obras para idear acontecimientos que actúan como protocolos de experiencialización orientados a desestabilizar los sentidos y desarmar las convenciones, como una invitación a volver al cuerpo, a pensar desde el cuerpo y con el cuerpo las relaciones con el mundo y el encuentro con los otros.

Bienvenida sea la dicha de ese múltiple encuentro en la agenda de programación del 27 Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso. Cuando rondan impaciencias sobre el sentido desafiante del hacer cotidiano alrededor de la danza que salva nuestra existencia, no se puede prescindir de esa capacidad zapadora de re-escritura y transformación que le es ingénita al cuerpo en sus contagios, aspiraciones y desafíos. Caer, levantarse, saltar, girar, exponerse ante la mirada del otro, es vocación para descifrar y conmover al espectador.

En ese sentido, Edén-6 no fue en su primera edición premonición del descanso séptimo, no; su escritura está explayada en Infinito y también, en esta entrega de 2022, se bifurcará hacia la próxima estación que Susana ya construye con Micompañía.

Ella, Él y el Otro ahora maximizan su ser en presencia, la voluntad creciente para repensar leyendas similares al reordenar historias comunes y propiciar que el presente y el futuro se vuelvan impulsos compartidos de mitos y credos, mezcla posible de sueños y realidades. Hoy, cuando las prisas de la vida misma compulsa el volvernos más cooperativos y certeros en la salvaguarda de lo provisorio, retornar a la cópula, al intercambio, nos hará por igual, volver a hacernos cuerpo real entre tradición y contemporaneidad en la danza.

Fotos de © Panchito González de APL, en cortesía de Micompañía.