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Danza Contemporánea Y Teatro: ¿El Huevo Contra La Piedra?

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Por Roberto Pérez León

En La Habana, también en muchas provincias, siempre hay posibilidades de ir al teatro. Cada fin de semana el circuito teatral capitalino tiene propuestas.

Entretelones y el Portal Cubaescena, publicaciones informativas del Consejo Nacional de las Artes Escénicas llega bien abultada de espectáculos teatrales buenos, malos, pésimos y excelentes, aunque deberíamos ocuparnos un poco más de crear gustos exigentes, educados no a tabla rasa; sino con los más altos estándares de demandas estéticas y artísticas.

Ahora bien, esa cartelera llega cada mes con una ausencia preocupante y alarmante de propuestas de danza contemporánea. A ojo de buen cubero hay muchísimos –demasiados- colectivos teatrales. A la vista de todos, hay pocos grupos de danza contemporánea.Pero igual tenemos a Danza Contemporánea de Cuba, una compañía que ha sido una escuela, también tenemos la Facultad de Arte Danzario en el ISA, por nombrar el más alto grado de formación académica, porque escuelas intermedias de danza contemporánea también existen. ¿Cuántos graduados de teatro egresan anualmente y cuántos de danza contemporánea? No creo que haya un abismo de diferencia cuantitativamente.

De manera general percibo la danza contemporánea hoy como la cenicienta de las artes escénicas cubanas. Durante la década de los sesenta no se puede dudar de la preponderancia de la danza moderna nuestra a escala planetaria, incluso en los ochenta aún disfrutábamos de un público atento y esmerado en la danza ya llamada contemporánea desde entonces.

Por supuesto que de glorias pasadas no se puede vivir. Es preciso ver las glorias del presente. Y las hay en danza contemporánea; pero muy puntuales, y solo de vez en cuando forman parte de la cartelera de las artes escénicas.Lo que sucede en teatro siempre está a la vista de todos. La danza contemporánea se manifiesta de manera restringida no solo en los escenarios sino en foros, discusiones, encuentros de crítica y análisis.

Por esa limitada y esporádica presencia de la danza contemporánea quiero llamar la atención sobre un hecho.

La Compañía Rosario Cárdenas ha organizado un Té-Danza-Video. Se trata de una cita formalmente informal donde se produce un encuentro con la danza en vivo y además en video. Esto sucederá el tercer sábado de cada mes en el Centro de Danza de La Habana donde podrá asistir todo el que se interese.

Ya sucedió el primer Té-Danza-Video, el pasado 19 de enero. En el encuentro se habló entre estudiantes y académicos de Trisha Brown, la hacedora del movimiento corporal escénico posmoderno; además, se proyectó Sola de Adolfo Izquierdo Mesa, un filme para celebrar y honrar la presencia de Lorna Burdsall en la danza cubana.

Podría ser este un espacio para pensar la danza y contribuir a hacer cotidiano el universo dancístico contemporáneo que tanto puede aportar al imaginario social. Las propuestas estéticas con voluntad artística de creación de sentido conforman realidades nutrientes. Culturalmente la danza, como realidad elaborada, refuerza el análisis social.Encuentros como los que acaba de retomar la Compañía Rosario Cárdenas contribuyen a resaltar la significación sociocultural del hecho danzario. Ya sabemos que hay significación desde que alguna cosa vale no para ella misma, sino para otra.

La danza como enunciado de alta complejidad emplea diversos códigos, agrupa signos de todas las especies y, como el teatro, puede producir fuerzas sociales que en la praxis conforman bienestar espiritual y material.

La congregación de signos que habita en la danza contemporánea, más que para representar, está para transformar; ya sea a quienes producen la danza misma, como a quienes asisten al convite en su papel de espectadores.

Estas zonas de análisis de la danza contemporánea no tienen que convertirse en ejercicios de retórica académica, pueden formar parte de los instrumentos con que, desde las artes escénicas, se puede contribuir a la transformación social en consonancia con los demás factores de la Nación.

Té-Danza-Video, en su sucesión, podría hacer notar la polifonía de significados de la danza contemporánea; y, también, hacer evidente la articulación semántica para develar la complejidad del texto danzario en su composición, silencio, actuación, sonido.

Que no se nos olvide que este 2019 la danza moderna cubana va a cumplir 60 años. De aquella fundación soberana y prodigiosa de Ramiro Guerra es que ha brotado todos los nacimientos que poco a poco han tenido lugar desde entonces y que han hecho posible el movimiento de la danza contemporánea cubana.Es muy propicio en este contexto de celebración encuentros como los que acaba de iniciar la Compañía Rosario Cárdenas para contribuir a crear zonas para pensar la danza de manera sistemática.

Té-Danza-Video, además de tocar temas como la importancia de la obra de Trisha Brown, también podría entrar a problematizar la cotidianidad en cuanto a preocupaciones docentes, artísticas, u organizativas.

Yo mismo tengo una inquietud que no es fantasía ni fruto de una realidad emocional, y me gustaría discutirla: ¿Por qué se construyen y habilitan sedes para grupos de teatro donde pueden incluso dar funciones mientras que los colectivos de danza contemporánea cuando cuentan con un espacio es apenas para ensayar?

Es como una pelea de huevo contra piedra.

Tomado de CMBF, Radio Musical Nacional