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«Elemental» de Malpaso en Punto Fugaz

En Elemental cada bailarín desarrolla una dimensión pasional apoyada solo, en esta presentación a la que me estoy refiriendo, por la música y la configuración sígnico-gestual pautada desde la coreografía que define la estética de la representación.
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Por Roberto Pérez León

Punto Fugaz es un encuentro que el tercer jueves de cada mes la Compañía Rosario Cardenas propicia, desde su sede en el Centro de Danza de La Habana, para que artistas, científicos, creadores en general se interrelacionen sin empaques ni aparejos, sin sofisticaciones.

Punto Fugaz se convierte en curioso espacio alternativo; así es que no hay luces, ni telones, ni posibilidades de despliegues escenográficos, todo sucede «al pelo», sin montura, en una esforzada travesía contra el calor junto a la cantidad de personas que asiste al encuentro.

En el Punto Fugaz correspondiente al mes de mayo entre los invitados estuvo la Compañía de Danza Malpaso, colectivo ecléctico en sus manifestaciones y composiciones, al menos en Elemental, la propuesta que les vi y quiero comentar.

Elemental es uno de los últimos estrenos de Malpaso, se debe al trabajo coreográfico de Robyn Mineko Williams.

Es una obra de 20 minutos que me fueron suficientes para sentir que el colectivo puede transitar de lo contemporáneo a lo clásico y de ahí a lo moderno sin distingos ni melindres.

En esta obra lo contemporáneo se enjundia con lo clásico y puede ocurrir una transubstanciación sin determinismos desde las particularidades estilísticas de esas ideologías danzarias.

Malpaso, en el tabloncillo de trabajo de la Compañía Rosario Cárdenas, por lo ejecución dancística y por la propia potencialidad de esa ejecución, nucleó una poética que me resultó interesante.

Ver bailar en un espacio con tan pocas posibilidades según la convención y que el conjunto de la expresión sea poderoso denota una teleología de raíces profundas en Malpaso.

¿Por dónde andarán las causas de esta tan definida estructura de interpretaciones desplegada en el trabajo que me tocó ver? Quisiera que fuese la imagen connatural a Malpaso.

Más allá de las partituras coreográficas que puede desarrollar la compañía sospecho una concepción expresiva, una plenitud resistente y sustantivada de la subjetividad en congruencia con los cuerpos.

Digo resistente y sustantivada: no quisiera que se sientan estos adjetivos retóricos; cuando hay concatenación de acciones y pasiones se logra en la danza una narrativa visual que sugiere una percepción sutilmente voluptuosa gracias a la inmanente dialéctica del tiempo, el ritmo, el espacio propios de cada bailarín.

Elemental plantea una delicada construcción de la expresión del mundo interior de los ejecutantes, el espacio gestual muta en cada cual desde un adentro que se exterioriza en reposados y ardientes movimientos.

No sé si se trata de una maniobra estética que caracteriza a la compañía, ahora bien, en la puesta que les he visto, bajo las condiciones que ya me he referido, Malpaso espacializa conceptos, al menos en Elemental que ha sido la carta de presentación para mí del trabajo de la agrupación.

Si algo me ha llamado la atención de Elemental es la poderosa teatralidad que despliega, pese a que la representación, insisto, careció de los más básicos componentes escénicos que al estructurarse como sistemas significantes sumarían brío dramático a la puesta: luces, adecuado sonido, música, escenografía, distribución del espacio.

Quisiera destacar el lugar del rostro de los intérpretes en el hecho dancístico. La rostrificación nos permite una lectura afectiva del espacio gestual que el bailarín fabrica más allá de la partitura coreográfica.

Las caras producen un efecto en el público que propicia afecciones, afectos que interrelacionan al bailarín y al receptor como sujetos participantes del hecho dancístico.

Las afecciones son también imágenes que semiológicamente se corresponden con estados de ánimo y con la realidad circundante que se conforma en el espacio escénico.

En Elemental cada bailarín desarrolla una dimensión pasional apoyada solo, en esta presentación a la que me estoy refiriendo, por la música y la configuración sígnico-gestual pautada desde la coreografía que define la estética de la representación.

Los bailarines en esta obra me confirman que semiológicamente la corporeidad como signo localizado en el rostro alcanza una dimensión afectiva que fenomenológicamente hace de Elemental una realización de considerables valores interpretativos.

El discurso dramático en Elemental, dada la ausencia de elementos performativos más allá del cuerpo, tiene un centro en la cualidad distintiva de los rostros de los bailarines y bailarinas.

Ojalá y pueda ver pronto con todas las de la ley una temporada de Malpaso para continuar fijándome en lo que piensan, lo que sienten y la rostrificación que, al menos en Elemental, siento como sólido componente dramatúrgico del colectivo.

Foto de portada / Archivo Cubaescena

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