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Performers Indisciplinad@s

Otra vez se rompen las fronteras disciplinarias en el teatro que se hace en Cuba.
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Por Marilyn Garbey

Otra vez se rompen las fronteras disciplinarias en el teatro que se hace en Cuba. Jóvenes que siguen la tradición de la irreverencia, fusionan en escena teoría y práctica, se inspiran en la cotidianidad para construir sus discursos singulares, exponen sus partes privadas en la esfera pública. Indagan en el rol del individuo en el contexto social.

Por estos días se apropian de la escena  jóvenes recién egresados de las aulas de la Universidad de las Artes (ISA), y otros aún en proceso de formación, para contar sus historias personales, al tiempo que reflexionan sobre hechos del pasado reciente del país, o cuestionan prejuicios que vulneran el desarrollo humano. Danza, teatro, performance, muestra visual. Cada tema encuentra un medio expresivo eficaz para comunicar las inquietudes de los artistas.

8 grados al noreste, de La quinta rueda

8 grados al noreste indaga en la crisis de los balseros, un suceso que tuvo lugar en la Cuba de los ’90. Foto / Tomada del perfil de Facebook de Charles Wrapner

El dramaturgo Charles Wrapner asumió los roles de investigador y director desde sus primeros días en la Facultad de Arte Teatral. Su grupo La quinta rueda, desde hace cinco años,  ha trazado un recorrido por los escenarios del país proponiendo una mirada inquietante a asuntos relacionados con experiencias muy personales.

Ahora indagan en la crisis de los balseros, un suceso que tuvo lugar en la Cuba de los ’90, en el que salieron del país una alta cifra de personas, atravesando las aguas del Golfo de México para llegar a Estados Unidos. El acercamiento no se propone hurgar en las causas del fenómeno migratorio, quiere registrar el testimonio de los migrantes y de sus familiares, por eso las cartas traen las voces relatoras de lo ocurrido, el relato del calvario de los protagonistas.

Las actrices Lissette De León y Geidicary Maité González Zamora leen las cartas, cedidas por los familiares de los migrantes, testimonios estremecedores. Charles se vale de recursos como el programa de radio, la canción de Silvio, las voces en off, el canto y el baile, pero la narración se vuelve reiterativa por momentos.

Con la ropa de mi madre, obra para ser dicha por el perro hembra

Taimí Diéguez es dramaturga y confiesa ahora algunos acontecimientos de su corto paso por el reino de este mundo: expone pasajes de su infancia, fotos de paseos de la familia por las Escaleras de Jaruco, habla de las pérdidas, recuerda la fiesta de cumpleaños, evoca sus primeros escarceos sexuales. Nadianys Boudet es actriz y dramaturga, ella también comparte pasajes íntimos de su vida familiar, rodeada de madres solteras, que educan a hijas, futuras madres solteras en una sociedad con acentuados rasgos patriarcales.

“El perro hembra no es una bestia, pero desea ser cazado como un ciervo». Ese verso,  de la autoría de Taimí,  se escucha, cual enigma a descifrar.

Presentado en un pequeñísimo espacio de la Casona de Línea, tal vez la más teatral de las casas del Vedado habanero, con los espectadores sentados en el piso, con poco margen para moverse, con un calor sofocante. En esas condiciones, actrices y espectadores construyen una hermosa instalación con globos de todos los colores, recuerdos de la infancia que dejaron atrás. Sugiero atar hilos narrativos que quedan sueltos, y eso compromete el sentido de las acciones. Por ejemplo, las escenas en que narran algunos sucesos y lo hacen envueltas en una manta.

No me gustan los tacones

No me gustan los tacones es un proceso de investigación que cuestiona, desde la escena, los tradicionales roles del hombre y de la mujer. Foto / Tomada del perfil de Facebook de Lázaro M. Benítez

Esta obra es fruto del trabajo continuado de América Medina y Lázaro Benítez, estudiantes de Danzología de la Facultad de Arte Danzario del ISA. “El perro hembra no es una bestia, pero desea ser cazado como un ciervo». El texto de Taimí Diéguez también se escucha aquí, mientras los performers se desplazan por la Casona del grupo Rita Montaner, semiabandonada, con el portal a oscuras, en franca interacción con los espectadores, lanzando preguntas cuyas respuestas nadie se atreve a pronunciar.

Es este un proceso de investigación que cuestiona, desde la escena, los tradicionales roles del hombre y de la mujer. Ella es negra, heterosexual, mujer que baila la danza de Ogun, el oricha guerrero. El expone su sexualidad: ropa interior de flores, medias largas negras y caladas, tenis color rosa.  El sitio de presentación dificulta la recepción de los espectadores, lo cual evidencia cierto desbalance en la carga narrativa de los personajes.

L@s performer@s

Cuáles son los hilos que entrelazan tantos rostros jóvenes sobre la escena. En primer lugar, su juventud, no rebasan los 30 años. Se han formado en la Universidad de las Artes, entre el teatro y la danza, rompiendo fronteras entre la teoría y la práctica. Narran historias cotidianas y hay mucho de confesión, el ser humano es el centro del argumento.

El cuerpo  es dador de experiencias al espectador, al tiempo que sostiene el discurso narrativo. No se presentan en salas tradicionales, eligen otros espacios dentro del recinto teatral, en los que los espectadores están muy cerca unos de otros.

La tecnología -la radio, el proyector, el Tablet, el equipo de música, las luces- se ponen en función de la narración. Sin alardes, solo los estrictamente necesarios.

Les sugiero repensar la dramaturgia de cada uno de los performances, volver a preguntarse qué sentido tiene cada una de las acciones que realizan en escena. Eso contribuirá a precisar cada gesto, a subrayar la intención de cada palabra pronunciada; e influirá en una interacción más eficaz con los espectadores que acuden a su encuentro. Como artes vivas, el teatro y la danza gozan de la posibilidad de renacer en cada presentación.

L@s perfomers que me ocupan comparten el privilegio de la amistad, y hasta sopesan la opción de constituirse en núcleo de trabajo creativo, en intercambiar sus experiencias, de apoyarse solidariamente en cada aventura que emprendan.

El banquete de Osmara Alberteris

Osmara Alberteris, con su lente, enfocó rostros que se salen de los cánones al uso. Foto / Tomada del perfil de Facebok de Osmara Alberteris

Ella es diseñadora escénica y fotógrafa, egresada de la Facultad de Arte Teatral del ISA. Con su lente enfocó rostros que se salen de los cánones al uso. Sugerentes imágenes de seres humanos andróginos que irrespetan los roles asignados por la sociedad patriarcal y machista. Juega con clásicos del arte -léase Rubens, Boticelli, Velázquez- dialoga francamente con las individualidades que retrata, teatraliza la presentación: los espectadores se mueven entre los acordes creados por el DJ y el cuerpo humano que se ofrece en banquete que promete ser delicioso.

A destrozar los prejuicios que nos impiden ser felices. A fomentar los valores que nos hacen seres humanos plenos. Parecieran ser las consignas que, desde los espacios del teatro, la danza, la fotografía y el performance, proclaman los más jóvenes. Indisciplinad@s performers porque la creación elige variaciones infinitas.

En portada Nadianys Boudet en Con la ropa de mi madre, obra para ser dicha por el perro hembra. Foto / Cortesía Taimí Diéguez