Los rostros de Buby

Por Mery Delgado

Siete años han pasado de su excelente exposición Rostros en la Escena, que formó parte de la agenda del 15 Festival de Teatro de La Habana. Fueron treinta imágenes recogidas entre 2010 y 2013, fruto del trabajo de la que todos en el ámbito de la escena conocemos como Buby.

Ya ha transcurrido algún tiempo, y esta admirada fotógrafa se mantiene ligada a todas las instituciones del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, a los grupos de teatro, danza, compañías de ballet de todo el país.

Miles de imágenes atesora Buby Bode, quien ha logrado recuperar digitalmente algunas que refieren una de las mejores épocas del Ballet Nacional de Cuba.

Veintinueve minutos de diálogo develaron cómo llegó a la fotografía desde niña y nunca más se pudo separar de ella. De formación autodidacta tuvo un primer período de trabajo en la década de 1980, cautivada por la época gloriosa del Ballet Nacional de Cuba.

«La danza es mucho más difícil que el teatro. Lo primero que aprendí era que tenía que saberme la coreografía. Si no es así, no puedes captar el movimiento. Uno tiene que saltar con los bailarines. Eso no es de un día, ni de dos, es muchos años tirando lo mismo», explica.

Buscando la perfección, Buby llegó a saber que todos los bailarines no saltaban iguales, ni se quedan el mismo tiempo en el aire o en un balance, de la misma manera. Así rememora que llegó a conocer cómo se movía cada bailarín de la compañía.

«No era lo mismo Josefina Méndez en un balance, a la cual sabía que podía tirar diez fotos, o Lázaro Carreño o Andrés Williams en un salto, o si quería algo más teatral en el segundo acto de Giselle por Mirtha Plá. Todos esos instantes tuve la dicha de poderlos captar», enfatiza.

Buby atesora mucho material de aquella época, todavía en tiempos analógicos. De ahí que su conservación y digitalización sea una de sus mayores preocupaciones.

Mientras, la necesidad de tirar fotos en otro medio la llevó durante 2010 a explorar la escena dramática cubana. Con ese cambio llegó también su primera cámara digital.

«Fue como si volviera a empezar. Las primeras que tiré con esa cámara, una Canon EOS 20D fue a Mefisto Teatro en su versión de Chicago, una obra que me ayudó mucho a conocer mi cámara y empezar a captar imágenes del teatro».

Por la relación de trabajo que me une a Buby, la complicidad en tantos acontecimientos me animó a preguntarle qué le motiva más del teatro…

«Me gusta mucho la expresión de los actores, ver que eso es un instante, un acto de riesgo que no se repite como en otros medios. Nosotros tenemos actores de una calidad extraordinaria. Y cuando ellos se desangran en la escena, a mi cámara le sucede lo mismo», respondió.

Su vinculación con ese arte devino relaciones de trabajo con las revistas Revolución y Cultura, Tablas y Entretelones, además del periódico Trabajadores, Cubasí y Cartelera Cultural, entre otras publicaciones del país.

Asimismo, en un acto de reciprocidad por el buen arte, dona su trabajo a los actores para que tengan su memoria de los grandes momentos en que se ven involucrados.

En la conversación me confiesa que tiene varias líneas de trabajo: Rostros en la escena, Pas de Deux, con dos actores; y la de formatos más grandes, en un montaje de mayor magnitud.

El entusiasmo la lleva a confesar las trampas que tiende una buena fotografía, que puede motivar al público a ver una determinada obra sólo por lo atractivo de la imagen.

«La fotografía es un arte. Y para tomar fotos de teatro te debe gustar lo que estás haciendo. Tienes que sufrir con el actor, reír con él, y te tienes que adentrar en la historia que cuentan. Esperar ese momento, es lo que más me interesa».

Justo cuando apelo a su memoria de uno de esos instantes mágicos en su vida como fotógrafa, con más de 35 años de trabajo, recuerda el 30 de octubre de 1988.

«Fue cuando Las Cuatro Joyas del Ballet Nacional de Cuba bailaron por última vez el Grand Pas de Quatre. Fue grandioso. Yo era como la quinta bailarina en escena. Aquellos primeros planos, las actuaciones y la danza exquisita, las luces a la altura del suceso, y el público sublime en un silencio cómplice. Ese es uno de los trabajos que yo guardo con más cariño».

Buby reconoce como cualidades de un fotógrafo de teatro la rapidez para poder captar ese segundo, tener corazón para conmoverse con lo que sucede en la escena, y asumir la sinceridad con el trabajo; lo que en su caso se sintetiza como amor por el teatro.

Las imágenes de Buby hablan por sí solas de la artista que es María Eugenia Bode. La pasión, el esfuerzo, el momento que marca la historia de un actor, viven y trascienden gracias a su obra.